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EL SÍNDROME DEL MÚSICO IMPOSTOR

Hacía tiempo que tenía ganas de hablar en profundidad de un tema que descubrí, en verdad, por casualidad, y no es otro que de “el síndrome del impostor” y cómo éste nos afecta, o puede afectarnos, a los estudiantes y/o profesionales de la música.

En verdad, éste es un tema que se ubica en el ámbito del pensamiento; de cómo el entorno nos influye y afecta en nuestra forma de actuar, las herramientas personales que desarrollamos para valorar la información que filtramos desde el exterior, el trascendental proceso y fenómeno de la toma de decisiones, además de por qué y de qué manera nosotros decidimos alcanzar una meta(s) determinada, suponiendo que se tenga la suerte de tener una(s).

No obstante, también se encuentra muy conectado con el emprendedor, o ausencia del él, que llevamos dentro, pues este síndrome te aleja y te mantiene apartado de evolucionar en muchos aspectos; hace que te invadan las inseguridades, te hace víctima de las constantes auto-comparaciones, provoca que te ahogues en las inercias sociales y profesionales y perfuma con un poco (o bastante) miedo cualquier decisión o actitud que vaya a hacer que des un paso al frente, indistintamente de la dirección en la que se decida avanzar.

En primer lugar, y separado aún de lo estrictamente musical, desnudemos este “síndrome”.

¿QUÉ ES Y CÓMO SE MANIFIESTA EL “SÍNDROME DEL IMPOSTOR”?

Principalmente, es la sensación continua de que no se está lo suficientemente preparado para realizar alguna acción y/o asumir una responsabilidad o cargo. Es aquel sentimiento de que lo que haces, pretendes hacer, o lo que ofertas como profesional, no se encuentra a la altura real de lo que supuestamente debería de ser.

Éste, por las conclusiones a las que he llegado tras unas semanas de consumir y depurar bastante información al respecto, se puede manifestar en dos niveles distintos:

1- ANTES DE (ofrecer una información, producto, servicio o asumir un cargo*)

En este primer nivel, el síndrome del impostor te hará sentir que nunca estarás preparado para hacer algo que, realmente y en teoría,  si estás, ya que llevas formándote para ello años atrás; invirtiendo mucho tiempo, esfuerzo y recursos en el camino.

Llegados a este punto, es muy común estancarse. Estamos hablando de esa etapa formativa y académica que nunca acaba y donde uno no busca el mero hecho de evolucionar como profesional y satisfacer aquellas inquietudes que vayan surgiendo por el camino, sino auto-convencernos (y auto-convencer) de que estamos preparados para hacer algo, midiendo esa preparación en títulos, certificaciones y en el número de viajes que hacemos a la tienda de enmarcaciones.

Dicha sensación te absorbe y empuja hacia un vórtice actitudinal del que sólo se puede escapar de una única forma, tomando decisiones, asumiendo responsabilidades, arriesgándose y emprendiendo nuevas iniciativas, es decir, la famosa salida de la “zona de confort”.

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2- DESPUÉS DE  (*)

El segundo nivel se da en aquellas personas que, bien ya ofrecen sus servicios o productos a terceros, o bien desempeñan ciertos puestos en empresas, instituciones u otras organizaciones.

A pesar de ya haber dado el paso que los estancados en el nivel anterior no dieron, los que aquí están bajo los efectos del síndrome del impostor experimentarán, en mayor en menor medida, una continua sensación de estar defraudando a los de su entorno, sobre todo el profesional y el académico.

Dicha sensación fraudulenta, podrá surgir en el momento que se te pase por la cabeza que no estás lo suficientemente preparado/a para desempeñar alguna función o cargo, que el producto o servicio que ofreces y vendes no es tan bueno como intentas transmitir o que, en general, no sientes que puedas satisfacer las expectativas que recaen sobre ti.

Aquellos que se dejen vencer por las inseguridades, las malas comparaciones y dejen que sus pensamientos sean absorbidos por los síntomas antes mencionados, podrán dejar de ofrecer sus creaciones, dimitirán de sus cargos hacia otros de menor responsabilidad o, como mínimo, sufrirán un profundo estancamiento en sus carreras profesionales, puesto que éste impide que tu actitud evolucione.

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Curiosamente, es bastante frecuente encontrarse a grandes y exitosos profesionales bajo el fantasma del impostor, ya que al saber tanto, y de una forma tan profunda, sobre algo en concreto y rodearse normalmente de gente que también posee una gran experiencia sobre ese tema en común, creen que lo que saben, hacen u ofrecen no tiene, en verdad, el valor que otros le dan, sintiendo nuevamente esa sensación de ser un fraude.

Al normalizar y menospreciar todo lo que eres capaz de aportar mediante tus conocimientos, habilidades y experiencia, creerás que tu valor como profesional menguará, siendo todo fruto de nuestros propios pensamientos y del análisis e interpretación personal que hagamos de “la realidad”.

FACTORES EN COMÚN DEL PENSAMIENTO IMPOSTOR

-Es una actitud que se engendra desde el ámbito académico y profesional pero puede llegar a influirnos, en gran medida, en lo meramente personal.

-Es muy común que los impostores piensen que el éxito proviene de algo tan ambiguo como es la propia suerte, y no de una serie de esfuerzos, sacrificios y decisiones correcta y estratégicamente tomadas en una dirección concreta.

-Realizan comparaciones continuas con aquellos que están (o creen que están) por encima de ellod en cuento a conocimientos, destrezas, titulaciones, experiencia o posicionamiento profesional, en general, dentro de un sector.

-Suelen presentar un alto grado de exigencia personal. Ésta, de una forma controlada, es buena, ya que puede sacar lo mejor de nosotros, pero una incontrolada auto-exigencia puede provocar que nunca estemos satisfechos con nuestro trabajo, atentando gravemente contra nuestra auto-estima. Como no sé algo, no sé nada, o como no lo hago perfecto, no lo sé hacer (típico pensamiento impostor).

-Excesiva conciencia de humildad y/o mala interiorización del propio concepto. [LECTURA RECOMENDADA: LA HUMILDAD COMO VALOR TRANSVERSAL EN LA MÚSICA]

Miedo al fracaso y a cometer errores en público.  Vergüenza y coacción personal por el hecho y posibilidad de ser juzgados.

-Sensación de que sólo tiene valor aquello que cuesta mucho trabajo realizar, asumir o producir. Aquello que se lleva a cabo con “facilidad” y solvencia (normalmente aprendido a base de experiencia, formación y repetición), no merece ser valorado como algo que, desde nuestra intuición, si lo debería ser.

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EL SÍNDROME DEL MÚSICO IMPOSTOR.

El mundo de la música es altamente proclive a generar impostores en potencia: una alta competitividad y grado comparativo entre profesionales y estudiantes, los miedos e inseguridades presentes en la propia naturaleza de la interpretación artística y su dependencia de “el directo”, un mundo laboral muy pequeño en el que (casi) todos nos conocemos (física o digitalmente), presencia de fuertes e inflexibles estereotipos de éxito musical o, entre otros factores, el secuestro racional y emocional que hacemos de nosotros mismos persiguiendo ciertas metas de forma ineficiente.

De tal forma, existen cinco grandes apartados que, si te sientes identificado con alguno de ellos, puede que te estén arrastrando hacia el lado impostor.

1- Miedo a compartir tu trabajo, productos y éxitos académicos y profesionales.

Muchos músicos aún no se han dado cuenta que su empresa son ellos mismos, y que tienen que tener un bonito y ordenado escaparate, pero recuerda que lo que muestres en él siempre se tiene que corresponder en calidad con lo que hay dentro de la tienda, de lo contrario, sí que estarás defraudando de verdad a tu comunidad.

Asimismo, aún hay músicos que crean y no muestran masivamente en sus redes profesionales y sociales sus productos, o que cosechan un importante éxito y no lo comunican, siendo el intuido y mal interiorizado concepto de humildad el principal causante de ello.

Obviamente, todo emana del miedo a ser juzgado o de pensar que, como hay gente por encima de nosotros en cualquiera de las cosas en las que podamos a destacar, algo no pueda suponer una proeza, confundiendo el éxito personal con lo que podría suponer un caso de éxito para otras personas más avezadas y experimentadas profesionalmente que nosotros.

A menudo, directamente, a lo que se tiene miedo es a crear algo y a mostrárselo al mundo. Ten muy en cuenta que si te gustaría producir tus propios vídeos, componer nueva música, escribir un blog, llevar a cabo una idea de emprendimiento empresarial, compartir con tu comunidad un nuevo éxito o proeza, grabar un disco o abrir un canal de podcasting, entre otras iniciativas, y no lo haces, ya sabes lo que te ocurre, y es, básicamente, que eres una nueva víctima del síndrome del músico impostor.

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2- Fiebre académica

El mundo de la música académica, y sobre todo el de los conservatorios, es muy susceptible de dejarse llevar por la actual, interminable e insaciable, fiebre académica: cursos, clases de todo tipo, segundas o terceras carreras para completar la formación principal, másteres, asistencia a encuentros y eventos profesionales de todo tipo, etcétera.

Esta ambición por seguir aprendiendo y mejorando es inmejorable, lo que sí es mejorable y necesario es que llegue el día en el que decidas emprender y tomar iniciativas entorno aquello en lo que tanto te has formado.

Siempre va a haber algo que te quede por saber o dominar, y no es necesario tener un título o certificado de absolutamente todo para estar seguro de que realizarás algo satisfactoriamente. Como mejor se aprenden las cosas es experimentándolas y usando las técnicas, habilidades y conocimientos que hemos interiorizado durante nuestra formación.

Recuerda, ¿te formas por la propia ambición de aprender y desarrollarte, o te formas para auto-convencerte (y auto-convencer a los demás) de que estás preparado para desempeñar alguna función coleccionando certificaciones? De ser como en el segundo caso, demos de nuevo la bienvenida al pensamiento impostor.

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3- Comparaciones

Cierto es cuando se dice que las comparaciones son odiosas, y cuando hablamos de posibles víctimas del síndrome del impostor, aún más, ya que éstos siempre van a ir a compararse con aquellos que justifiquen su falta de iniciativas.

En el mundo de la música, todos nos conocemos, si no es personalmente, algo habremos oído hablar sobre ese alguien o habremos consumido algo de información en las redes sociales o internet al respecto.

Conocer quiénes son y qué hacen  las personas que están involucradas en nuestro mismo sector profesional no es, para nada, malo, lo perjudicial es usar toda esa información para hacer agravios comparativos contra nuestra propia persona.

Los músicos no impostores contextualizan toda esa información y lo que hacen es construir referencias, en cambio, los sí impostores se comparan con aquellos que, en teoría, están por encima dentro de un mismo sector o profesión. Las comparaciones o referencias son inevitables, y siempre va a haber alguien por encima de nosotros en formación, experiencia y prestigio profesional, pero eso no quita que tú no estés de sobra y altamente preparado para realizar la misma actividad que éstos.

En estos casos, el típico músico impostor, se esconde en este tipo de comparaciones  para no realizar pruebas, no acudir a audiciones, no concurrir a procesos de selección u oposiciones, a no difundir su música en la red o no compartir sus proezas.

Curiosamente, si os habéis dado cuenta, lo músicos que no se dedican profesionalmente a la misma, no tienen ningún problema en compartir y difundir sus creaciones, y es principalmente porque no tienen miedo a ser juzgados, ni a ser comparados ni criticados por lo que otros esperan de ellos, sólo disfrutan y hacen llegar a todos los posibles lo que han creado. ¿Tendremos mucho que aprender de cómo los músicos no profesionales gestionan, viven, aprenden y se sacrifican por la música?

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4- Inercias profesionales y estereotipos de éxito en la música.

La mayoría de los tradicionales perfiles profesionales que encontramos en el mundo de la música están sometidos a fuertes estereotipos. Frecuentemente, desde los primeros cursos de los estudios profesionales ya nos empiezan a imponer de una forma un poco enlatada a qué nos podremos dedicar en este sector y a cómo conseguirlo.

Tristemente, y más allá de lo que debería de ser, el abanico de posibilidades que se suele ofrecer no es, que se diga, demasiado amplio: orquestas, bandas, docencia y poco más. [LECTURA RECOMENDADA: MÚSICOS PROFESIONALES VS PROFESIONALIZARSE CON LA MÚSICA]

Por otro lado, a parte del empleo-estereotipo, existe cierta jerarquización en cuanto a qué trabajos están, más o menos, ligados con el éxito: directores de orquesta, solistas internacionales, músicos de ópera u orquesta sinfónica, profesores de prestigiosos conservatorios o academias, etcétera.

La gran parte de los que deciden emprender el camino hacia alguna de esas exitosas profesiones, lo hacen intentando seguir los pasos de otros que, o ya lo han conseguido, o están muy cerca de ello; concursos de solistas, jóvenes orquestas, “estratégicas” clases privadas con profesionales del sector o diversos estudios en el extranjero, por ejemplo.

La inercia podrá hacer que entremos en un círculo vicioso de metas predefinidas, mentalidad y comportamiento profesional, trayectoria académica e imitación de otras personas supuestamente exitosas. Todo lo que se salga de esos cánones, puede que esté fuera de nuestra zona de confort musical, ya que es más fácil y cómodo optar por aquello que sabemos que socialmente se nos premiará, además ya tenemos referencias y ejemplos de cómo llegar hasta ello.

Para nada os quiero transmitir con todo esto que el hecho de desear y querer optar a ciertos empleos tan bellos y gratificantes como los anteriormente mencionados sea algo perjudicial, ni mucho menos, pero sí lo es cuando uno mismo persigue alguno de estos estereotipos profesionales sin, en el fondo, desearlo.

En este apartado, el prototipo de músico impostor es aquél que se deja llevar por lo más normalizado y, a pesar de que anhela perseguir otras metas distintas a las  comunes y preestablecidas, no lo hace, siendo preso de las inseguridades como: creer que no se tiene capacidad y personalidad para innovar, no estar lo suficientemente preparado para perseguir sueños diferentes a los de la mayoría o pensar que, a pesar de tener evidencias de lo contrario, nunca llegarás a vivir y a ser respetado por hacer lo que realmente te apasiona, asumiendo con personalidad que, posiblemente, nunca llegarás a ser considerado alguien exitoso dentro de tu sector.

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5- Asumir nuevas y mayores responsabilidades:

El hecho de asumir nuevas responsabilidades es una de las ocasiones que más nos puede hacer de evolucionar y madurar, tanto en el plano profesional como en el personal.

Aquellos que lideran iniciativas de cambio y/o responsabilidad suelen ser premiados en sus entornos con mejores condiciones laborales, mayor respeto profesional y grandes beneficios en la propia autoestima. Además, cuando asumimos nuevos y mayores cometidos, la experiencia que cosechamos en la actividad realizada se verá sumada a nosotros de manera exponencial.

En nuestros entornos musicales, existen innumerables oportunidades para dar grandes pasos hacia delante en nuestras trayectorias profesionales: podemos proponer tocar un concierto solista en alguna de las agrupaciones donde toquemos regularmente, crear y/o proponer asumir un nuevo cargo en la empresa (orquesta, grupo musical, conservatorio, escuela, etcétera) donde trabajemos o podemos dejar de eludir esa responsabilidad que siempre hacemos recaer sobre otro.

Los casos anteriormente descritos supondrían lo completamente contrario a un pensamiento impostor, es decir, a tener iniciativas o asumir nuevos retos. Al otro lado de estas situaciones, se encuentran aquellos que, a pesar de barajar atractivas propuestas y disfrutar de un entorno muy favorable para crear y aprovechar oportunidades, se dejan absorber por el estatismo, los miedos y las inseguridades.

Obviamente, hay que seguir evolucionando, y una de las mejores formas de hacerlo es asumir nuevos retos. Si sientes que nunca te encuentras preparado para lo que te proponen, no te imaginas realizando otras tareas de mayor responsabilidad o tienes miedo de tener algo a tu cargo, probablemente no tengas un problema de formación, sino de actitud y estés sufriendo profundamente el famoso “síndrome del impostor”

La mayoría de los contenidos expuestos en estos cinco apartados, lo he enfocado hacia la fase “antes de”. Esto ha sido así porque considero mucho más importante y beneficioso, dentro del sector musical, el hecho de emprender y liderar iniciativas de cambio.

Los músicos han de ser personas dinámicas, creativas, abiertas y dispuestas a ofrecer mucho y de gran calidad, y todo ello comienza, como siempre, con un pensamiento y una nueva actitud.

Espero haber contribuido a que haya un poco menos de músico impostor en todos vosotros. Concluyendo, os dejo con un pequeño epílogo metafórico elaborado para la ocasión.

Para hacer una gran hoguera son necesarios dos elementos: material para quemar y una chispa que inicie el fuego. Podemos estar toda la vida acumulando madera, cartón y papel en cantidades infinitas para incinerar, pero sin una pequeña llama todo eso quedará amontonado sin llegar a culminar el principal objetivo: convertirse en llamas.

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Eduardo Sánchez-Escribano García de la Rosa.

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Para concluir esta primera serie de artículos sobre INTELIGENCIA EMOCIONAL Y MÚSICA, he dejado el mi capítulo favorito, no siendo otro que el de las habilidades sociales y su relación con las comunidades artísticas de aprendizaje.

¿QUÉ SON Y CÓMO NOS INFLUYEN LAS HABILIDADES SOCIALES?

Básicamente, son los comportamientos de tipo emocional y conductual que exteriorizamos en las relaciones interpersonales (entre personas) y que nos permiten, por norma general, adaptarnos a un entorno social. Éstas son imprescindibles para desenvolvernos con éxito por el mundo, permitiéndonos reconocer, comprender y responder adecuadamente a las diversas situaciones que podemos experimentar en nuestra interactuación con el medio.

El desarrollo de las habilidades sociales, así como el de todos los otros elementos que integran la inteligencia emocional, son esenciales para la consecución de los objetivos y metas marcadas, ya que, incluso las personas más brillantes académica e intelectualmente hablando, están avocadas al fracaso en su interactuación con el entorno si no desarrollan éstas adecuadamente, pudiendo ser tachadas de arrogantes, poco empáticas, insensibles y, en general, evitadas por los demás.

El psicólogo P. Ekman, en sus estudios respecto a la capacidad que poseemos de interactuación con nuestras emociones como habilidad social fundamental, acuñó el concepto “despliegue de roles” para referirse al cómo, cuándo, dónde, por qué y con quién, resulta adecuado expresar nuestros sentimientos, y para el que es totalmente imprescindible conocer y dominar el entorno cultural en que estemos relacionándonos.

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Este tipo de aprendizaje se desarrolla desde edades tempranas. Parte de él es explícito, es decir, nos dicen directamente como mostrarnos en ciertas situaciones, y parte se adquiere mediante un proceso de moldeado indirecto  que, desde niños, vamos absorbiendo a través de observar las relaciones de los demás. Es vital, puesto que el éxito social y personal está estrechamente ligado con la capacidad de sociabilización.

 

INFORMACIÓN SOBRE EL LIBRO “INTELIGENCIA EMOCIONAL” (1996) DE D. GOLEMAN

 

Según R. Gardner, y vinculándolo directamente con la categoría de la inteligencia interpersonal que  presenta en su Teoría de las Inteligencias Múltiples, existen cuatro principales habilidades sociales. Éstas, determinan los elementos que componen la inteligencia emocional de una persona y, a su vez, vincula la posesión de los siguientes talentos con el estimado éxito que se puede cosechar al desempeñar ciertas funciones o profesiones.

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+Organización de grupos: Es la habilidad esencial para ejercer el liderazgo. Consiste en poseer las capacidades y herramientas necesarias para movilizar y coordinar los esfuerzos de un grupo de personas.

+Negociación de soluciones: Talento social consistente en impedir la aparición de conflictos y/o en solucionar aquéllos que puedan surgir.

+Conexiones personales: Sus bases radican en la empatía de las personas y en el “arte de trabajar en equipo”. Ésta, favorece el contacto con los demás, facilita el reconocimiento y el respeto por los sentimientos e intereses ajenos.

+Análisis social: Habilidad fundamentada en saber detectar, definir y expresar los sentimientos, intereses y motivaciones de los distintos colectivos o de la sociedad en general. En otras palabras; la capacidad de profundizar en los problemas y emociones de los demás con facilidad.

Aquellos que disfrutan de estas habilidades interpersonales son más propensos a desarrollar los otros elementos que componen la inteligencia emocional. Además, suelen ser ese tipo de personas con las que la gente desea pasar su tiempo, básicamente, las sensaciones agradables que transmiten por su mera presencia y compañía.

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LAS BANDAS DE MÚSICA Y EL DESARROLLO DE LAS HABILIDADES SOCIALES

La música es una disciplina artística que, generalmente, destaca por ser extraordinariamente social. Realmente, en los entornos no profesionales, es donde más tangible se hace dicho poder de sociabilización, estimulado, como principal factor, por la gran diversidad que suele darse entre los miembros que componen una banda de música, orquesta, coro o cualquier tipo de agrupación amateur.

Este tipo de formaciones se denominan “comunidades artísticas de aprendizaje”, entendiéndose como aquél grupo de personas que se reúnen regularmente, y bajo una denominación común, para realizar actividades interpretativas, como puede ser, más allá de colectivos únicamente musicales, un grupo de teatro o un club de danza.

Dese la perspectiva de mi propia experiencia cosechada, estudio y percepción, afirmo que las bandas de música populares son comunidades donde se genera y potencia, profundamente, el desarrollo de las habilidades sociales, capacidad propia de la inteligencia emocional y donde radica el gran porcentaje de posibilidades de éxito.

Las bandas de música componen uno de los más valiosos elementos y tesoros de la actividad cultural y musical de España, ya que, gracias a ellas y desde que se empezaron a estabilizar por toda la geografía nacional hace más de un siglo, cientos de miles de personas han tenido acceso a la práctica artística e interpretativa.

 

 

Las  características y naturaleza de sus componentes suele ser extremadamente variada. Mágicamente, aúna la voluntad e inteligencia, sobre un mismo escenario, de personas de muy distintos perfiles sociales, económicos, edades, géneros, ideologías, culturas y razas con un solo fin; hacer música y disfrutar de ello.

Pertenecer y participar en las actividades llevadas a cabo por una banda de música nos permite, desde muy pequeños y hasta muy entrados de edad (mientras la salud lo permita), compartir tiempo, conversaciones, viajes, proyectos y experiencias con gente muy distinta a nosotros, y en todo tipo de espacios y contextos que podamos imaginar.

Inconscientemente, al pertenecer y participar activamente en la vida de una comunidad artística y, en la mayoría de los casos, desde muy jóvenes, estamos absorbiendo y desarrollando innumerables herramientas sociales, aprendiendo constantemente a desenvolvernos en múltiples contextos y con una amplia gama de tipos de personas.

cerebro-musicaEn este tipo de entornos se favorecen relaciones humanas muy diferentes y complejas, ya que en otros ambientes, difícilmente, un niño de doce años, estudiante de sexto de primaria, por ejemplo,  puede compartir responsabilidades en un mismo atril con un exitoso empresario y padre de dos hijos, o un joven adolescente puede ejercer tempranamente lo que conlleva el liderazgo, siendo el encargado de instruir y guiar a toda una cuerda de “cincuentones” licenciados de la vida.

Estos ejemplos, son sólo una muestra de las tan infinitas como provechosas situaciones que se pueden dar en el día a día de nuestras bandas de música. Obviamente, con el paso del tiempo, se normalizará y puede que no le demos la importancia y trascendencia real que posee, pero, tanto para los jóvenes como para los más veteranos, es una auténtica escuela de habilidades sociales que, sin ninguna duda, constituye un denominador común en la personalidad, trayectoria e inteligencia emocional de gran parte de los expuestos a ello.

La música transforma a las personas, desarrolla íntegramente su potencial, te da alas y te hace libre, las experiencias a las que te expone te harán desenvolverte eficientemente en el mundo, pero lo que no hay que olvidar es que la música es buena en sí misma y no hay que permitir que se esté continuamente empleando y ejemplarizando como puente utilitarista para conseguir otros objetivos.

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LA MÚSICA Y EL BAMBÚ JAPONÉS: NO APTOS PARA IMPACIENTES

Como bien es sabido por todos, si observamos con detenimiento la naturaleza podemos cosechar grandes lecciones de vida. No todo lo que tiene valor en nuestro entorno es tangible para nuestros sentidos ni comida rápida para nuestra insaciable impaciencia, de ahí emana la estrecha relación que une al bambú japonés y a la música.

¿POR QUÉ EL BAMBÚ?

No hay que ser un experto en botánica para saber que de casi todas las semillas, tras unas pocas semanas de plantación y ciertos cuidados específicos, empezará a brotar un tallo.

El caso del bambú japonés es muy especial, pues permanecerá aproximadamente unos 7 años sin que asome por la superficie nuestro futuro árbol. No hay señales de vida. Nuestro esfuerzo por cuidar el bambú puede quedar frustrado si desistimos en su cuidado, necesitándose altas dotes de paciencia y perseverancia durante años.

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Repentinamente, después de toda la larga espera, de la semilla brotará un tallo que, en tan sólo 6 semanas desde este momento, podrá llegar a alcanzar más de 20 metros de altura. Además de este precoz desarrollo en pocos días, este árbol se convertirá en uno altamente resistente y flexible, doblándose con facilidad, pero siendo tremendamente difícil de partir y tirar abajo.

Entonces, ¿el bambú tarda sólo 6 semanas en crecer? No, para nada, tarda 7 años más 6 semanas. Mientras, durante todo este largo periodo de tiempo, estará creándose de forma no visible un complejo y férreo sistema de raíces que le permitirá, en un futuro, convertirse en esa planta con tan excelentes propiedades de adaptación.

LA MÚSICA Y EL BAMBÚ

La música es una disciplina que, como todo el que lo ha experimentado activa o pasivamente sabe, requiere, al igual que el cultivo del bambú, un profundo desarrollo de virtudes como la perseverancia, la constancia y el sacrificio, lo que les convierte a ambos en “no aptos para impacientes”.

PAZ CHINAEs imprescindible no desistir porque, aunque no se puede acelerar como nos gustase, en el momento que dejemos de cuidar y mimar nuestro cultivo, todo el esfuerzo depositado caerá en saco roto. Será difícil, ya que al igual que no veremos nuestra semilla germinar en años, no sentiremos dominar un instrumento, no entenderemos la música como otros la perciben y nos sentiremos torpes y perdidos en las interpretaciones grupales en las que participemos.

Un buen día, el tallo empezará a emerger con entereza por la superficie, dando sentido al esfuerzo y dedicación de años. Al igual que el bambú se ha pasado tanto tiempo diseñando su sistema de raíces, la música nos ha hecho de crecer internamente: conocimientos, habilidades físicas y cognitivas, espíritu artístico, inteligencia emocional, etcétera.

De la misma manera que este paciente proceso convertirá a este árbol en uno de tales características naturales, cada minuto que hayamos dedicado a cultivar nuestras “semillas musicales” se transformará en frutos de calidad, pudiendo nosotros y nuestro entorno disfrutar de ellos y manifestándose a través de elementos de índole musical y personal.

RAICES

INTERIORIZAR Y TRANSMITIR

Como lo aprende y asume el agricultor mediante el bambú japonés, la música nos hace adquirir y experimentar nuevos valores y aptitudes, siempre y cuando no desistamos y creamos en “aquello que aún no se ve, pero sí está”.

Este proceso de creencia e interiorización es algo para lo que podamos necesitar ayuda. Posiblemente, necesitemos recordar el caso del bambú en aquellos momentos en los que parece que el túnel no tiene salida, todo está muy oscuro y no hay señales de luz, pero no podemos rendirnos porque llegará lo esperado y disfrutaremos ampliamente de ello cuando empiece brotar.

Dicha enseñanza, es muy importante de tener presente en cualquier proceso de formación, madurez u objetivo propuesto, pero más aún (desde mi propia experiencia) en las carreras artísticas y, concretamente, en la música, donde las cosas parece que no crecen, no se desarrollan, no brotan, no se avanza, pero, en verdad y de forma invisible, se está creando un complejo entramado en y sobre nosotros que pronto empezará a dar sus frutos, dibujando una línea de ascenso casi exponencial.

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El papel del docente es muy relevante, ya que éste tiene la obligación de monitorizar que los aprendices están diseñando y forjando sus raíces; sin desesperar, sin querer volar, sin hacer trampas ni tomar atajos que nos empujen al fracaso, entendiendo la filosofía del proceso y ayudando a hacer pedagogía continua del mismo, tanto con los propios alumnos como con, si procede, con los padres de los mismos, poniendo sobre la mesa las características e importancia del mismo.

Asimismo, es también una obligación animar a extrapolar todo lo aprendido e interiorizado en nuestras clases y experiencias con la música (o cultivando bambús), con los demás aspectos de la vida en general; la importancia de la humildad, la virtud de la constancia y perseverancia, el dulce sabor del sacrificio tras alcanzar una meta propuesta, ayudar a entender el entorno a través de nuestras experiencias musicales, etcétera.

Para finalizar y como broche, me gustaría acercarles un texto que escribí hace unos meses en un momento de reflexión, inspiración y escape:

 ¿SACRIFICIO?

Al igual que la energía, que ni se crea ni se destruye, se transforma, ningún sacrificio se desvanece. Cuando creemos que hemos esperado el suficiente tiempo como para obtener resultados, y estos no llegan, necesitaremos otro nuevo sacrificio; la paciencia.

La paciencia es el sacrificio de esperar luchando, de esforzarse por alcanzar un objetivo sin saber cuándo llegará. Si no desistimos, llegará lo esperado, aunque nos daremos cuenta de que lo que deseábamos en un principio, se habrá transformado. Como consecuencia, descubriremos que, aun teniendo lo anhelado, el mayor logro es haber desarrollado la valiosa capacidad de conseguir lo propuesto.

Por encima de todo, entenderemos que el mayor tesoro es olvidar, o dejar de comprender, el significado de la palabra “sacrificio”, ya que realmente es lo que nos ha ayudado a conseguir todo aquello que hoy disfrutamos.

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ÉTICA Y MORAL. ¿QUÉ ENTENDEMOS? ESTRUCTURA, CONTENIDOS Y ACTITUDES.

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Día a día, solemos emplear y añadir en nuestras conversaciones palabras y conceptos que, en el fondo, no dominamos con exactitud, pudiendo caer en un desafinado uso de los mismos. Un claro ejemplo es el de las palabras “ética” y “moral”, frecuentemente utilizadas, tanto éstas como toda la amplia gama lingüística que emana de las mismas, como sinónimos, adjetivos o adverbios.

En líneas generales, la Ética (también conocida como filosofía moral) es una disciplina filosófica que trata sobre asuntos morales, es decir, aquello concerniente a nuestra conducta, ofreciéndonos una catalogación de ésta como buena o mala (ética aristotélica), debida o indebida (ética kantiana) o más o menos valiosa (ética scheleriana).

La palabra “ética” posee dos raíces etimológicas (ambas griegas):

   êthos: hace referencia a “el lugar” metafórico donde habitan las disposiciones generales y naturales del hombre.

   éthos: carácter o forma de ser (hablando en términos modernos).

aristotelesAmbas fueron traducidas y sintetizadas al término latín “mos” que, más tarde, desembocaría en la palabra “moral”. En dicha traducción prevaleció el sentido de “costumbre” o “hábito”, haciendo referencia a la vida moral de los hombres y tomando, en un principio, la potestad de calificar los actos de éstos como buenos o malos, división muy característica de la ética que el filósofo griego Aristóteles desarrolla en su “Ética a Nicómaco”.

En este contexto, entendemos que la vida moral de una persona se construye mediante la relación circular que existe entre sus actos, sus hábitos o costumbres y su temperamento (disposición natural), tomando dicha relación entre todos estos elementos como un todo indisoluble.

He aquí la importancia de la educación en el proceso de desarrollo de la vida moral de un individuo, ya que es la encargada de tomar nuestra “primera naturaleza”, es decir, nuestras disposiciones temperamentales “de serie”, y moldearla a través de experiencias y sus respectivas consecuencias y conclusiones,  gestando así la llamada “segunda naturaleza” o “personalidad moral”.

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Llegados a este punto podemos tomar la Ética y la Moral como sinónimos, pero en realidad se suele realizar una distinción entre estas dos disciplinas:

   La Ética (con mayúscula) o también llamada “filosofía moral” es la disciplina encargada de realizar el estudio reflexivo y teórico de la vida moral práctica. Ésta observa, analiza y teoriza sobre el funcionamiento, razón de ser y finalidad de los distintos códigos moralistas que regulan y catalogan las acciones humanas, pudiendo ser, por ejemplo, de naturaleza religiosa, ideológica o puramente personalista.

   La moral (con minúscula) es aquella ejercida por las personas preocupadas por reformar y alentar la práctica moral entre humanos (y a veces con la naturaleza también), fomentando los hábitos y comportamientos dentro de una perspectiva o código moralista concreto.

A pesar de esta distinción, el uso y regulación de estas definiciones no es regular entre todos los autores, culturas y  épocas, por lo que es totalmente necesario realizar una contextualización previa antes de abordar o calificar cualquier teoría, conducta o acto concreto.

Ante la gran complejidad y ambigüedad de la temática que presenta la definición y estudio de la moralidad, y con tal de seguir profundizando en su entendimiento, es necesario abordar la misma desde perspectivas y dimensiones distintas:

MORAL COMO ESTRUCTURA

equilibrioNuestra libertad reflexiva y la necesidad de adaptarnos culturalmente al entorno hacen que desarrollemos una personalidad moral concreta, obligándonos a tomar decisiones de forma estructural y a partir de la naturaleza de sus contenidos.  Analizar a ésta de forma estructural significa comparar los elementos de naturaleza moral en contraposición con otras dimensiones o perspectivas, abordándolos dentro de una estructura binaria (bueno y malo, por ejemplo). En este contexto encontramos tres principales estructuras o dicotomías:

    +Moral vs Inmoral: Aunque nos creamos conscientemente libres, estamos determinados a no poder renunciar a llevar a cabo una vida moral, ya que deliberadamente o no, es más bien la libertad de nuestra consciencia y el cálculo de nuestras consecuencias morales lo que nos hace libres. La propia naturaleza moral del hombre como estructura nos obliga a ubicar nuestros actos o hábitos respecto a un “más acá” o un “más allá”. Entorno a este juicio también aflora la virtud innata y constante del “beneficio de la causalidad”, aquél que nos permite calcular el valor y las consecuencias de una manifestación moral dependiendo de la relación de éste con un contexto determinado, ayudándonos e interfiriendo en cuan moral o inmoral es algo desde nuestro punto de vista.

    +Moral vs Amoral: Entendemos por una actitud amoral aquella que permanece exenta de cuestionar si algo se encuentra “más acá” o “más allá”. Una personalidad más ética es considerada como tal conforme a la virtud para elegir respecto a su propia razón y sentido, en cambio, por una personalidad estética entendemos aquella abandonada a la merced del capricho, del impulso y de las corrientes sociales.  Según la antropología, no se han dado estructuras socioculturales donde no hayan existido preferencias de actuación, por lo que el fenómeno de la “amoralidad” es contemplado más bien como un problema psicopatológico, ya que bien a la merced de la propia razón, o bien impulsados por las corrientes sociales, estaremos actuando dentro de un marco que nos permite distinguir entre algún tipo de “más acá” y “más allá”.

    +Moral vs Desmoralizado: “Estar desmoralizado” no es sinónimo de actuar inmoralmente como antítesis de lo ubicado más cerca de la ética. desmoralizadoEsta dicotomía califica lo moralizado frente lo desmoralizado como algo con la capacidad de mantener el suficiente ánimo para afrontar la vida pese a las dificultades que ésta presenta. A priori, esta estructura es paralela e independiente al obrar mejor o peor, pues se puede estar atravesando una etapa de desmoralización y, pese a lo que se puede intuir, estar cosechando unos hábitos o actos cercanos a “lo bueno” o “más acá”, no obstante, presentar una disposición moralizada, con energía, puede ayudar a enfrentarnos a los dilemas de actuación moral que nos podemos encontrar en nuestro día a día.

MORAL COMO CONTENIDO

A partir de la condición estructuralmente moral por la que el ser humano no solo se trata de ajustar a la realidad de cualquier forma, sino con justeza y de una manera preferible (buena, debida o valiosa), surge lo que llamamos la “moral como contenido”, contenidos que normalmente se presentan guiados por un “código moral” o unos “principios morales”

¿Es posible no elegir lo bueno, deseable o más valorado? Según Aristóteles no, no es posible. El equívoco se encuentra en la ambigüedad del término “bueno”, ya que no siempre se utiliza en sentido moral, siendo usado como un concepto utilitarista, es decir, algo es bueno cuando ha cumplido la función que le ha sido encomendada. kantEl contenido está supeditado al acto como herramienta. Kant, en cambio, trascendió la calificación de algo “bueno o malo” y lo separó de algo “provechoso o perjudicial” respecto a una voluntad humana determinada por la razón, tanto práctica como teórica y premiándonos con la confección de sus imperativos hipotéticos (reglas de tres) y categóricos (principios universales)

Dependiendo de su contenido, podemos distinguir entre dos tipos de éticas:

   +Éticas materiales-¿Qué hacer?: Un claro ejemplo sería el de los códigos morales, pues prescriben y regulan de modo bastante concreto y detallado el contenido de nuestros comportamientos.

   +Éticas formales-¿Cómo hacerlo?: La ética sin códigos, basada en principios y donde destaca el papel de la ética kantiana, puramente formal y vacía de contenidos. Kant se preocupó más sobre los requisitos que debía de cumplir una acción moral por encima de definir una conducta como tal.  “Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en una ley universal”. Estas palabras traídas del filósofo I. Kant son un claro ejemplo de su concepto de imperativo categórico y de su ética formal.

 MORAL COMO ACTITUD

Para hablar de la moral como actitud hemos de hablar del protagonismo de la consciencia ya que, a pesar de estar expuesta a múltiples condicionamientos, sólo los individuos pueden presentar una actitud moral si se responsabilizan de sus acciones.

La consciencia ha de ser abierta al diálogo, a la interrogación y a ser advertida de sus dobleces y autoengaños, pues ésta es la línea irrebasable de la moral, conscienciahaciendo que el individuo sea el único protagonista y responsable de las consecuencias de sus actos. El individualismo ético proviene de la sociabilización, ya que la identidad moral como actitud se construye en base a las identificaciones y relaciones que se producen con el entorno, no obstante y a pesar de que la moral se ejerce de forma individual, no existe una actitud realmente ética individual que no tenga en cuenta una ética social e interpersonal.

Por otro lado y centrado en la moral como actitud ejercida desde la política, Max Weber contrapone la “ética de la responsabilidad” a la “ética de la intención” (también conocida como la “ética de la convicción”):

   +Ética de la intención o convicción: Ligada a la ética kantiana y en la que los resultados son independientes de la acción. Está basada en una actitud moral de principios, inviolables independientemente de los fines o consecuencias. No hay nada que pueda ser bueno sin restricciones más allá de una buena voluntad.

   +Ética de la responsabilidad: Aquella que presenta una actitud atenta a las consecuencias (deseadas o no) directas y colaterales previsibles a una acción. Ésta esconde la llamada “ética del éxito”, una actitud resultadista que, en teoría, acaba con cualquier ética al ser proclive a vulnerar unos principios éticos con tal de perseguir unos objetivos concretos o eludir una serie de problemas o consecuencias negativas.

Por encima de las teorías, definiciones y desde mi punto de vista, lo más importante de instruirse, consumir contenidos y de reflexionar acerca de la Ética y la moralidad es el inevitable juicio que se produce al entrar en contacto ( y posible conflicto) toda esta información con nuestro propio autoconocimiento. mts4Es absolutamente necesario el papel del estudio de las conductas y valores humanos en el proceso de la educación, pues no existe otra forma de ser conscientes de nuestra propia personalidad moral si no hay nada que constantemente esté (mínimamente) haciéndonos reflexionar sobre ello. Haciendo referencia a uno de los párrafos anteriores, me gustaría añadir que nuestra “segunda naturaleza” no acaba nunca, está en constante evolución, siempre está moldeándose y es muy importante hacer especial incapié en aquello que, como he dicho en anteriores ocasiones, convirtió al “homo” en “sapiens”.

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Eduardo Sánchez-Escribano García de la Rosa

Bibliografía utilizada para el presente artículo:
“La aventura de la moralidad: paradigmas, fronteras y problemas de la ética” (Carlos Gómez, Javier Muguerza)
“Ética a Nicómaco” (Aristóteles)
“Fundamentación para una metafísica de las costumbres”, “Crítica a la razón práctica” y “Crítica a la razón pura” (Immanuel Kant)
“El formalismo en la ética y la ética material de los valores” (Max Schler)

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La relación que guardan todos estos personajes es, indiscutiblemente, un claro ejemplo de que tras siglos y siglos después de que este anillo cobrara vida, los dilemas éticos que trae consigo siguen siendo una verdadera y compleja ecuación sin resolver para la filosofía moral. Directa o indirectamente, la mitología, la literatura, el arte, la filosofía académica y práctica y, por último, el cine, nos han hecho de emitir un veredicto u opinión respecto a los dilemas éticos universales que esta ficción nos propone.

Platón, en el Libro II de La República, menciona la leyenda mitológica del “Anillo de Giges”. El filósofo ateniense propone a Giges, un pastor que presencia una furiosa tormenta, la  cual provoca una gran brecha en la superficie. Adentrándose en la grieta, encuentra, entre otras cosas, un anillo.  Sorprendido por lo que experimenta al introducir dicho la-republica-platonanillo en su dedo y después de asegurarse fehacientemente de sus poderes, descubre que realizando una pequeña maniobra con él, nuestro pastor resultaba invisible para las demás personas.  Rápidamente, Giges esbozó un plan para lucrarse ambiciosamente de los poderes de esta joya que había caído en sus manos. Éste lo usó para infiltrarse en los aposentos reales; sedujo a la reina y mató al rey para apoderarse de su reino. El plan articulado había salido a la perfección y todo gracias al mágico anillo.

Dicho relato, fue el central protagonista de muchos de los diálogos que Platón y Glaucón, su hermano, mantuvieron. Contradiciendo las palabras y enseñanzas de Sócrates que indican que, a grosso modo, actuar con justicia es un bien en sí mismo y no es necesario un medio a través del que obtengamos reconocimientos o evitemos castigos, Glaucón usa esta leyenda para ejemplificar su teoría de que todas las personas son injustas por naturaleza. Éste, afirma que todo aquél que tenga la oportunidad de usar los poderes del anillo lo hará, lejos de empatizar y pensar sobre el contenido ético del acto a cometer en sí mismo, como puede ser robar o matar, siempre y cuando nos reporte un beneficio personal.

Como resultado del diálogo frodo-y-anilloy la reflexión, Glaucón llegó a la conclusión personal de que es imposible, por motivos de la propia naturaleza humana, actuar moralmente en la ficticia situación de Giges si no es por el amor y admiración a la justicia como máxima en sí misma. Además, subrayó que si en situaciones reales sí actuamos respecto a un marco de ideales éticos, es porque existe un sistema de castigos y bonificaciones de todo tipo que así lo provocan, ya que si estuviéramos exentos o fuera de la influencia de ese sistema (como nos brinda “el anillo”), no actuaríamos igual.

Miles de años después y a través de medios y formatos archipopulares, nos seguimos exponiendo al correcto o incorrecto uso que los poderes del “Anillo de Giges” nos, hipotéticamente, brindarían. J. R. R. Tolkien, que casualmente hoy se conmemora el 125 aniversario de su nacimiento, abordaría de forma prácticamente directa e íntegra la leyenda propuesta por el filósofo ateniense, no obstante, le da otro contenido e interpretación ya que Frodo, el protagonista, se ve poseído e incitado hacia el mal por el poder del anillo, del que pasa, durante toda la trilogía, huyendo. El poder para hacer el mal que éste contiene, harry-potter-capa-invisibilidadlo  presenta como una gran y pesada carga, y no precisamente desde el punto de vista material, que el hobbit tiene el encargo de destruir y alejar de los hombres. En otro formato, J. K. Rowling, escritora y autora de la saga de culto “Harry Potter”, también aborda este dilema filosófico-moral regalándole en la ficción a su protagonista la “capa de invisibilidad”, cuyas propiedades son exactamente las mismas que la de los anillos anteriormente mencionados. Este objeto es usado por Potter en la práctica totalidad de los libros y sus respectivas y taquilleras versiones cinematográficas.

Si existe algún denominador común entre Frodo Bolsón y Harry Potter, es que sus autores les presentan como dos personajes de valores íntegros y acreedores de la gran carga ética que supone tener en posesión objetos con semejantes propiedades. Por otro lado, resulta muy interesante también resaltar la figura de la persona que, en cada historia, dota al personaje de dicho objeto; Gandalf y Dumbledore, presentados los dos como adalides moralistas y ejecutantes y protectores de la “buena ética” en cada una de sus respectivas historias. Figuras que, por su ejemplaridad y fe en las buenas conductas como máximas humanas nos pueden recordar al pensamiento y enseñanzas que predicaba el filósofo Sócrates. No obstante, la conducta y uso que ambos presentan, hubiesen supuesto una mera y simple utopía para Glaucón, el cual, seguramente, no hubiese estado de acuerdo con la versión e interpretación particular que dichos autores realizaron del mito platónico del “Anillo de Giges”.

UNA DE HISTORIA Y UNA DE FILOSOFÍA PARA AYUDARNOS A ENTENDER LO QUE ESTÁ PASANDO.

(Aunque seguramente lo pensabas antes de disponerte a leer esta entrada, ESTO NO ES UN ARTÍCULO DE OPINIÓN)

Están sucediendo cosas que enfurecen y entristecen a la masiva opinión publicada pero, anecdóticamente, han sido provocadas y electas por la manifiesta opinión publica.  Algo muy complicado de entender y, por la tanto, de explicar.

En un esfuerzo personal por entender lo que está pasando en el mundo contemporáneo, he dado con dos herramientas que me han parecido muy interesantes y me gustaría compartirlas con ustedes. Por un lado, os invito a leer un fragmento de un libro que he leído recientemente sobre Historia Antigua. En concreto, habla sobre la democracia griega y las crisis de las “polis”. Por otro, que rescatemos e intentemos reflexionar sobre la problemática que cada uno estime oportuna aplicando el archiconocido Mito de la Caverna, texto que, como bien sabréis, podemos encontrar en La República de Platón. Para este último no me he tomado muchas molestias y he copiado, literalmente, una parte de la explicación del mismo en Wikipedia, no obstante, el que esté interesado ya he mencionado dónde lo puede encontrar.


UNA DE HISTORIA…

“…administrar la comunidad significa ejercer un poder sobre los demás, lo que convierte esa tarea en algo deseable; solo si existe una igualdad de oportunidades para acceder a las distintas formas de ejercer el poder, existirá igualdad entre los ciudadanos. Esa es la meta que pretende alcanzar la democracia griega. En todas las comunidades existen diferencias de linaje y de riqueza entre los ciudadanos, que diversifican las condiciones de ejercicio del poder. Incluso las nuevas fundaciones, que arrancan con el patrón igualitario, se van adulterando con el paso del tiempo. Lo normal es que el colectivo de los ciudadanos esté polarizado en grupos de muy distinto tamaño: el de los nobles y/o ricos, que son pocos, y el que forman los demás.

Eso genera una tensión social, que en ocasiones alcanza puntos críticos amenazando con colapsar el funcionamiento de la polis. Empieza a ocurrir en el tránsito del s. VII al VI a.C., cuando “los pocos” se encuentran divididos, en la medida en que la riqueza ya no coincide exactamente, como antes, con la excelencia de linaje. La aristocracia mantiene, en general, una actitud conservadora, pero precisamente de sus filas salen individuos dispuestos a encabezar iniciativas de cambio; se proyectan, de un modo u otro, sobre una masa heterogénea, compuesta por ciudadanos de muy distinta capacidad económica, que demanda, potencialmente, una aproximación al modelo igualitario, en lo económico y en lo político…

… en el caso de Atenas, se van sucediendo fases de desarrollo constitucional, hasta llegar a un modelo con una asamblea y un tribunal de justicia accesibles a la totalidad de los ciudadanos, que son los órganos políticos dotados de los poderes supremos.

Esa forma de política es la democracia, “el gobierno de todos”. Y la democracia consagra en Grecia un modelo de igualdad limitado al ejercicio del poder, que ni consigue ni puede pretender la igualdad económica. Porque la verdadera soberanía de la democracia griega corresponde a la ley, y la ley garantiza la estabilidad de las relaciones económicas básicas. Cicerón llegó a escribir, en una Roma convulsionada por la lucha política, que la razón del origen de los estados es proteger la propiedad privada. Y la Historia le ha ido dando la razón: la igualdad económica, que se ha revelado incompatible con la propiedad privada, no ha conseguido rebasar los límites de la utopía.

En la etapa más lograda de la democracia ateniense, desde el punto de vista de la teoría política, se llega a producir, por razones coyunturales (la pérdida del imperio y la guerra, básicamente), la mayor desigualdad económica entre los ciudadanos, un buen número de los cuales carece por completo de medios de vida. Subsisten gracias al salario que obtienen por participar en la asamblea y en los tribunales; y, al estar desocupados, son quienes votan regularmente. Pero ese voto no determina la vida económica de la polis ateniense. Los ciudadanos ricos, y hasta los menos ricos, resultan, en mayor o menor medida, marginados de la vida política y actúan a la defensiva. La disociación entre los derechos/deberes políticos y la integración económica de los ciudadanos en la comunidad es una causa manifiesta del fracaso de la democracia ateniense”


UNA DE FILOSOFÍA…

“Platón describió en su alegoría de la caverna un espacio cavernoso, en el cual se encuentran un grupo de hombres, prisioneros desde su nacimiento por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de cercanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al exterior. Por el pasillo del muro circulan hombres portando todo tipo de objetos cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver.

Estos hombres encadenados consideran como verdad las sombras de los objetos. Debido a las circunstancias de su prisión se hallan condenados a tomar únicamente por ciertas todas y cada una de las sombras proyectadas ya que no pueden conocer nada de lo que acontece a sus espaldas.

Continúa la narración contando lo que ocurriría si uno de estos hombres fuese liberado y obligado a volverse hacia la luz de la hoguera, contemplando, de este modo, una nueva realidad. Una realidad más profunda y completa ya que ésta es causa y fundamento de la primera que está compuesta sólo de apariencias sensibles. Una vez que ha asumido el hombre esta nueva situación, es obligado nuevamente a encaminarse hacia fuera de la caverna a través de una áspera y escarpada subida, apreciando una nueva realidad exterior (hombres, árboles, lagos, astros, etc… identificados con el mundo inteligible) fundamento de las anteriores realidades, para que a continuación vuelva a ser obligado a ver directamente “el Sol y lo que le es propio”, metáfora que encarna la idea de Bien.

La alegoría acaba al hacer entrar, de nuevo, al prisionero al interior de la caverna para “liberar” a sus antiguos compañeros de cadenas, lo que haría que éstos se rieran de él. El motivo de la burla sería afirmar que sus ojos se han estropeado al verse ahora cegado por el paso de la claridad del Sol a la oscuridad de la cueva. Cuando este prisionero intenta desatar y hacer subir a sus antiguos compañeros hacia la luz, Platón nos dice que éstos son capaces de matarlo y que efectivamente lo harán cuando tengan la oportunidad, con lo que se entrevé una alusión al esfuerzo de Sócrates por ayudar a los hombres a llegar a la verdad y a su fracaso al ser condenado a muerte.”