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DECÁLOGO DEL LIDERAZGO EFICAZ PARA DIRECTORES DE BANDA DE MÚSICA

Artículo original: abril 2018

Revisión: enero 2022

Como ya vimos en “BATUTAS 2.0: LOS 15 SUBPERFILES DE UN DIRECTOR MUSICAL”, dirigir una agrupación va mucho más allá de lo meramente musical.

En esta ocasión, vengo a acercaros la interesante temática del liderazgo y su influencia en el sector de las agrupaciones musicales. Lo abordaremos, tanto desde la perspectiva teórica, de observación y reflexión, como desde la propia experiencia (pasiva y activa).

DIRIGIR VS LIDERAR

En este sector, el concepto de dirección puede que no solo esté ligado a lo estrictamente artístico y musical, sino también a otras tareas no musicales más propias de la gestión o administración de equipos u organizaciones.

De forma paralela a la labor como director musical, puede que se trabaje con juntas directivas de asociaciones sin ánimo de lucro, administraciones públicas o, con suerte, se estará asesorado por personal profesional de la gestión.

Por otro lado, el concepto de director también ha sido tradicionalmente relacionado con una figura de autoridad; alguien que ostenta un cargo en una organización con un reconocimiento oficial y basa su influencia interpersonal en directrices a terceros de los que espera obediencia incondicional.

Dicha concepción, a menudo, ha sido ejercida por gran cantidad de músicos directores que, bien reproducen un modelo que aprendieron y utilizan como ejemplo, o bien se han ido transformando en lo profesional y lo personal hasta llegar a la comodidad que, si los de su entorno lo permiten, confiere la autoridad y la posición en la parte alta de la jerarquía.

Contrastando con las características que puede presentar el perfil de un director, encontramos las que definen a la figura del líder, alguien que, principalmente, se basa en guiar a otras personas, mostrarles el camino. Aquel capaz de influir en su entorno sin necesidad del “ordeno y mando”.

Más allá de lo musical, las principales diferencias entre un director y un líder son:

                        DIRECTOR

LÍDER

Es competente y se centra en cumplir sus funciones correctamente.

No se conforma con cumplir; inspira e ilumina a los de su entorno.

Su autoridad dentro de una organización se basa en aspectos formales y oficiales.

Su autoridad en un entorno u organización no se basa en aspectos formales ni es obligatoriamente oficial.

Toma decisiones de forma estrictamente racional.

Toma decisiones de forma racional y emocional.

Es técnico y resuelve problemas siguiendo pautas tradicionales y estereotipadas.

Es original y resuelve problemas de forma creativa.

Verticalidad: actúa centrado en el ahora.

Horizontalidad: actúa y prevé pensando en el futuro.

En el trabajo son estrictamente profesionales y no muestran su personalidad.

En el trabajo son profesionales, pero se abren y dejan conocer como personas.

Dirige y organiza.

Coordina y guía.

Aunque un director musical es, obviamente, mucho más que algunas de las características expuestas en la tabla anterior, se pueden captar factores esenciales que nos ayuden a determinar las diferencias entre uno basado en el modelo directivo y otro basado en el modelo de liderazgo. También, es cierto que se puede ser director y no tener liderazgo o, por lo contrario, poseer liderazgo en un entorno concreto en el que no se ostente ningún cargo directivo. Sin embargo, lo ideal es que en una misma persona recaigan y desarrolle ambos roles, pudiendo así ejercer con el mayor grado de satisfacción la función o cargo directivo encomendados; un auténtico líder.

Liderazgo y dirección no siempre recaen en la misma persona.

EL LIDERAZGO Y LA DIRECCIÓN MUSICAL

Llegados a este punto, y puestos a hablar del papel del liderazgo y su influencia dentro de la dirección musical, es muy importante discernir entre dos grandes grupos.

Por un lado, los directores que ejercen en agrupaciones profesionales (compuestas por músicos que obtienen una remuneración que, a su vez, es su principal medio de vida) y, por otro lado, los que dirigen agrupaciones no profesionales e independientemente del nivel musical que sus integrantes presenten.

Dentro de una agrupación profesional, llámalo orquesta, banda sinfónica, coro u otro tipo de conjunto, existe un denominador común y que no se puede obviar: el dinero, recompensa percibida por prestar servicios profesionales a dicha organización. En estos casos, se podría determinar que un director musical es aquel encargado de establecer un criterio artístico que aúne el trabajo y voluntad de todos los músicos que intervienen en una idea y/o producto musical, satisfaciendo, a su vez, las expectativas de las instituciones o empresas que lo gestionan y, cómo no, las exigencias del público.

Para desempeñar dicha labor, lo más importante es tener grandes dotes técnicas y teóricas en cuanto a la dirección musical, así como un gran criterio y experiencia artística. Tanto el factor social, como emocional, esenciales para ejercer un liderazgo efectivo y transformacional, son muy a tener en cuenta en un entorno laboral, pero en un ambiente estrictamente profesional, por su propia naturaleza, un director se puede permitir el lujo de imponer unas directrices más cercanas al modelo autoritario.

En este caso, aunque los músicos intérpretes no vean en “el de la batuta” un líder al que seguir, creer y en el que confiar plenamente, bien como persona o como profesional, e independientemente de su grado de motivación, estos salvarán muy dignamente sus papales por su propia reputación, amor propio y respeto a la música. Las partituras (digamos que) “sonarán” siempre que lo tengan que hacer y siempre estarán todos los músicos (empleados) detrás de su atril cuando se disponga de ellos. Sea como fuere, no es un tema en el que voy a profundizar porque, a día de hoy, nunca he dirigido una agrupación musical profesional.

En cambio, todo esto es muy, muy distinto cuando te subes a la tarima de una agrupación no profesional, en la que sus componentes lo son por mera pasión a practicar este arte, gobernando el desinterés económico (a veces hasta pagan). En estos casos, ejercer un liderazgo efectivo no es una opción para el director de la misma, sino una necesidad siempre y cuando se desee y quiera el más próspero futuro y buen funcionamiento, tanto para la agrupación, como para sus propios integrantes.

En este contexto, aprovechando mi experiencia como director de banda, intérprete y colaborador bandas y orquestas profesionales, así como de otras muchas que no lo son, añadido a mi reciente interés e indagación en la temática del liderazgo, he redactado lo que he bautizado como: “Decálogo del liderazgo eficaz para directores de bandas de música”.

DECÁLOGO DEL LIDERAZGO EFICAZ PARA DIRECTORES DE BANDA DE MÚSICA

1) Repite conmigo: “la banda no es del director”

La banda es de lo músicos; un patrimonio social, cultural y educativo que, por lo contrario de los directores, no va y viene, perdura y se consolida en el tiempo gracias principalmente a sus músicos. Por ello, un director no puede permitir que el funcionamiento y supervivencia de las bandas recaiga exclusivamente sobre él y hay que trabajar para trasmitir el sentido de responsabilidad y pertenencia de los músicos a las mismas. No obstante, el director debe argumentar sus actos y decisiones; transmitir confianza, guiar a través de sus conocimientos y experiencia a los músicos, haciéndoles sentir que, el camino escogido en cada ocasión, es el correcto.

2) Exige y tolera a partes iguales

Un director musical ha de ser una persona que exija la mejor versión, tanto de cada uno individualmente, como del conjunto, intentando exprimir y sacar lo mejor de cada componente a base de motivación, espíritu de superación y compromiso colectivo. En contraste, también es imprescindible aprender a tolerar errores, tanto musicales como, por supuesto, personales.

3) Actualiza constantemente tus conocimientos y destrezas

Para liderar hay que ser un referente ante aquellos que coordinas, por lo que es imprescindible ser ambicioso en cuanto a mantenerse actualizado y a la adquisición de nuevas destrezas y conocimientos, sobre todo musicales, pero es recomendable no cerrarse a otros campos. Si se espera y desea que los miembros evolucionen, es necesario que un líder evolucione con ellos de forma paralela y continuada.

4) Sé creativo e innovador

Proponer soluciones típicas para problemas tradicionales, a veces, no es una opción. Hay que intentar resolver los conflictos desde la creatividad, aunque sin obviar el peso de la experiencia. Además, no hay que dejarse llevar por la inercia cultural del sector, intentando realizar propuestas innovadoras y nuevos proyectos que den respuesta a necesidades surgidas en un entorno en constante cambio y evolución.

5) Sé consciente del coste de oportunidad a la hora de planificar actividades

Hay que tener en cuenta un principio muy necesario; por parte de los músicos, quienes (recordemos) no reciben ninguna gratificación económica que les obligue a ello,  asistir a un ensayo o actuación es, principalmente, cuestión de prioridades. En el momento que los componentes tengan otra prioridad, llámalo familia, amigos, trabajo, ocio o descanso, puede que se desvinculen total o parcialmente de la agrupación. De tal forma, es muy importante intentar conseguir que, cada vez que la agrupación se reúna, los músicos no se arrepientan de haber invertido dicho tiempo en esa prioridad, de lo contrario, estarán más cerca de alejar la música de su lista de prioridades. Es decir, hay que tener en cuenta el “coste de oportunidad” de participar en las actividades programadas. Cada colectivo es distinto, compuesto, a su vez, por personas de perfiles muy heterogéneos, por lo que convertir cada ensayo o actuación en una prioridad es algo que sólo pueden conseguir aquellos que conozcan y sepan analizar cada entorno en concreto.

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6) Convierte la banda en una comunidad de aprendizaje

Si por algo se caracterizan las bandas de música es por la diversidad de perfiles que en ella interactúan y la riqueza socio-cultural que esta trae consigo. Ante todo, estas agrupaciones constituyen un gran patrimonio educativo en el que todos pueden tener algo que aprender y algo que enseñar, tanto en materias meramente musicales, como en otras que no, y no se enseñan de forma explícita. Tanto absorber cultura y conocimiento, como transmitir experiencias, son necesidades y ambiciones humanas que un buen líder musical tiene que intentar conectar entre los distintos miembros de un colectivo. Contemplar y participar en cómo se crea y consolida una comunidad artística de aprendizaje en el seno de la misma produce una inmensa satisfacción personal.

7) Los miembros, antes que músicos, son personas

Un líder se preocupa en conocer quién hay detrás de cada instrumento, y no de forma fría y estratégica, sino porque realmente siente la necesidad de conectar con las personas con las que trabaja y coordina. La música no es algo meramente racional, las emociones y la conexión sensorial entre director y músicos es algo que hay que trabajar y conseguir. Tratando a los músicos como simples piezas técnicas e impersonales de un engranaje será muy difícil alcanzar de forma colectiva la parte más emocional y artística de la música, imprescindible para su disfrute y real compresión.

8) Delega, invita a participar y deja opinar

Antes que un conjunto musical, una banda es una entidad social con su propia personalidad. Dicha personalidad, se construye desde la colectividad y no desde la unilateralidad (director), siendo necesario escuchar y tener en cuenta las opiniones de cada uno de los componentes, promoviendo la cultura de la participación y delegando responsabilidades en aquellos que deseen, voluntariamente, formar parte de una manera más activa.

9) Actúa respecto a tus valores y vigila tu integridad personal

Un líder destaca por su empatía, sus capacidades para comunicar y transmitir, honestidad, tolerancia, gestión del estrés, es resolutivo en conflictos que puedan surgir, sabe identificar prioridades y toma decisiones de forma racional, emocional y desde el interés común. Ante todo, ha de destacar por su humildad, pero no desde el concepto generalizado de esta, ya que puede dar a la confusión (os invito a reflexionar sobre el concepto de humildad en este contexto). Además, se deberá poner especial atención a un aspecto tan relevante como es la inteligencia emocional.

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10) Ama y respeta la música y la cultura

Cómo no, un buen líder musical destaca por ser un incondicional apasionado de este arte. A pesar de que reciba una remuneración por ello, disfruta con su trabajo más allá de una simple obligación laboral, transmitiendo la música y sus valores de una forma inagotable y siempre gozando al ver a los demás crecer a través de la misma. Entiende la música y el papel que juega en cada persona, poseyendo herramientas de todo tipo para ayudar a los demás a adentrarse y profundizar en la misma. Sabe que es un imprescindible embajador y agente cultural para su entorno de influencia, pues, la práctica totalidad de las personas con las que trabaja, no tendrá contacto ni muy posiblemente practicará ninguna otra disciplina artística.

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Dirigir una banda u otra agrupación de similares características, puede ser muy gratificante y, a su vez, muy sacrificado. Entender, analizar y reflexionar sobre los principios del liderazgo adaptado a este sector puede hacernos mejorar, disfrutar y hacer mejor nuestro trabajo pero, sobre todo, puede ayudar a los que la integran a convertir su pertenencia, o paso por las mismas, en una gran oportunidad de aprendizaje y desarrollo personal, y no sólo en lo musical.

En algunas ocasiones, liderar puede contemplarse e identificarse como un acto estratégico, manipulador y repleto de frialdad organizativa, pero es todo lo contrario, puesto que el principal requisito para liderar es creer en la gente, confiar en ellos, desear lo mejor a nuestro entorno y, sin obviar lo racional, dejarnos guiar y mostrar el camino desde lo más desnudo de nuestra personalidad; nuestras emociones.

Para finalizar, me gustaría añadir unos párrafos que redacté allá por finales de 2017 y al que titulé: “El liderazgo también suena”.

“Hace ya unos cuantos años, cuando estaba inmerso íntegramente en el estudio de mi instrumento, solía colaborar como tubista en bandas y otras agrupaciones en las que se realizaban cursos de dirección. Entonces, ya escuchaba aquello de “la batuta suena” (o no) y yo sabía que eso era verdad, pues lo había experimentado, aunque de forma pasiva y como intérprete, en innumerables ocasiones y en distintas graduaciones.

Años después, el destino me puso una batuta en la mano y empecé a interesarme de forma activa y en mayor profundidad por la dirección musical. Aunque me quede muchísimo (mucho) por aprender como director, ya entiendo y he experimentado a la perfección aquello de la “batuta suena” y que, como cualquier instrumento musical, requiere técnica, disciplina, constancia, humildad y pasión en su ejecución.

Si aquello de que la batuta, un “palo” más o menos largo, más o menos pesado, más o menos caro, oscura o clara, es capaz de sonar por sí misma, mucho más abstracto resulta pensar que cualidades y valores personales, humanos e intangibles como el liderazgo, la confianza, la complicidad, la amistad o la simple sinceridad de una mirada entre dos personas es capaz de influir en el sonido tanto, o más, como cualquier otro recurso técnico imprescindible.

Desde luego, son perspectivas que, única y exclusivamente, pueden aprenderse desde la experiencia, además, son de aquellas cosas que solo pueden verse si realmente lo quieres ver y crees en ello.

Partiendo de esto, nunca dejaré de ser ambicioso y constante en mi formación musical, porque me encanta, porque es mi vida y así lo decidí. No obstante, tampoco dejaré de cosechar mi desarrollo personal, mis valores, de esforzarme por entender a las personas y todo aquello que me rodea, no pararé de preguntarme cuál es mi hueco en el mundo y cómo puedo ayudar a otras personas a ser más felices con las herramientas que dispongo mientras que cosecho mi propio jardín. Todo eso, también suena.”

Como en todo lo que suelo escribir, me gustaría contar con vuestra participación, opinión y crítica (constructiva, a ser posible). Dicho tema puede suscitar un debate muy enriquecedor en el que todo tipo de perspectivas y experiencias puede ayudar a que, muchos de los que nos dedicamos a este bello sector, tengamos más herramientas personales y profesionales con tal de seguir incrementando el valor de este gran patrimonio cultural, social y educativo que poseemos en España: las bandas de música.

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Eduardo Sánchez-Escribano García de la Rosa.

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EL SÍNDROME DEL MÚSICO IMPOSTOR

Hacía tiempo que tenía ganas de hablar en profundidad de un tema que descubrí, en verdad, por casualidad, y no es otro que de “el síndrome del impostor” y cómo éste nos afecta, o puede afectarnos, a los estudiantes y/o profesionales de la música.

En verdad, éste es un tema que se ubica en el ámbito del pensamiento; de cómo el entorno nos influye y afecta en nuestra forma de actuar, las herramientas personales que desarrollamos para valorar la información que filtramos desde el exterior, el trascendental proceso y fenómeno de la toma de decisiones, además de por qué y de qué manera nosotros decidimos alcanzar una meta(s) determinada, suponiendo que se tenga la suerte de tener una(s).

No obstante, también se encuentra muy conectado con el emprendedor, o ausencia del él, que llevamos dentro, pues este síndrome te aleja y te mantiene apartado de evolucionar en muchos aspectos; hace que te invadan las inseguridades, te hace víctima de las constantes auto-comparaciones, provoca que te ahogues en las inercias sociales y profesionales y perfuma con un poco (o bastante) miedo cualquier decisión o actitud que vaya a hacer que des un paso al frente, indistintamente de la dirección en la que se decida avanzar.

En primer lugar, y separado aún de lo estrictamente musical, desnudemos este “síndrome”.

¿QUÉ ES Y CÓMO SE MANIFIESTA EL “SÍNDROME DEL IMPOSTOR”?

Principalmente, es la sensación continua de que no se está lo suficientemente preparado para realizar alguna acción y/o asumir una responsabilidad o cargo. Es aquel sentimiento de que lo que haces, pretendes hacer, o lo que ofertas como profesional, no se encuentra a la altura real de lo que supuestamente debería de ser.

Éste, por las conclusiones a las que he llegado tras unas semanas de consumir y depurar bastante información al respecto, se puede manifestar en dos niveles distintos:

1- ANTES DE (ofrecer una información, producto, servicio o asumir un cargo*)

En este primer nivel, el síndrome del impostor te hará sentir que nunca estarás preparado para hacer algo que, realmente y en teoría,  si estás, ya que llevas formándote para ello años atrás; invirtiendo mucho tiempo, esfuerzo y recursos en el camino.

Llegados a este punto, es muy común estancarse. Estamos hablando de esa etapa formativa y académica que nunca acaba y donde uno no busca el mero hecho de evolucionar como profesional y satisfacer aquellas inquietudes que vayan surgiendo por el camino, sino auto-convencernos (y auto-convencer) de que estamos preparados para hacer algo, midiendo esa preparación en títulos, certificaciones y en el número de viajes que hacemos a la tienda de enmarcaciones.

Dicha sensación te absorbe y empuja hacia un vórtice actitudinal del que sólo se puede escapar de una única forma, tomando decisiones, asumiendo responsabilidades, arriesgándose y emprendiendo nuevas iniciativas, es decir, la famosa salida de la “zona de confort”.

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2- DESPUÉS DE  (*)

El segundo nivel se da en aquellas personas que, bien ya ofrecen sus servicios o productos a terceros, o bien desempeñan ciertos puestos en empresas, instituciones u otras organizaciones.

A pesar de ya haber dado el paso que los estancados en el nivel anterior no dieron, los que aquí están bajo los efectos del síndrome del impostor experimentarán, en mayor en menor medida, una continua sensación de estar defraudando a los de su entorno, sobre todo el profesional y el académico.

Dicha sensación fraudulenta, podrá surgir en el momento que se te pase por la cabeza que no estás lo suficientemente preparado/a para desempeñar alguna función o cargo, que el producto o servicio que ofreces y vendes no es tan bueno como intentas transmitir o que, en general, no sientes que puedas satisfacer las expectativas que recaen sobre ti.

Aquellos que se dejen vencer por las inseguridades, las malas comparaciones y dejen que sus pensamientos sean absorbidos por los síntomas antes mencionados, podrán dejar de ofrecer sus creaciones, dimitirán de sus cargos hacia otros de menor responsabilidad o, como mínimo, sufrirán un profundo estancamiento en sus carreras profesionales, puesto que éste impide que tu actitud evolucione.

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Curiosamente, es bastante frecuente encontrarse a grandes y exitosos profesionales bajo el fantasma del impostor, ya que al saber tanto, y de una forma tan profunda, sobre algo en concreto y rodearse normalmente de gente que también posee una gran experiencia sobre ese tema en común, creen que lo que saben, hacen u ofrecen no tiene, en verdad, el valor que otros le dan, sintiendo nuevamente esa sensación de ser un fraude.

Al normalizar y menospreciar todo lo que eres capaz de aportar mediante tus conocimientos, habilidades y experiencia, creerás que tu valor como profesional menguará, siendo todo fruto de nuestros propios pensamientos y del análisis e interpretación personal que hagamos de “la realidad”.

FACTORES EN COMÚN DEL PENSAMIENTO IMPOSTOR

-Es una actitud que se engendra desde el ámbito académico y profesional pero puede llegar a influirnos, en gran medida, en lo meramente personal.

-Es muy común que los impostores piensen que el éxito proviene de algo tan ambiguo como es la propia suerte, y no de una serie de esfuerzos, sacrificios y decisiones correcta y estratégicamente tomadas en una dirección concreta.

-Realizan comparaciones continuas con aquellos que están (o creen que están) por encima de ellod en cuento a conocimientos, destrezas, titulaciones, experiencia o posicionamiento profesional, en general, dentro de un sector.

-Suelen presentar un alto grado de exigencia personal. Ésta, de una forma controlada, es buena, ya que puede sacar lo mejor de nosotros, pero una incontrolada auto-exigencia puede provocar que nunca estemos satisfechos con nuestro trabajo, atentando gravemente contra nuestra auto-estima. Como no sé algo, no sé nada, o como no lo hago perfecto, no lo sé hacer (típico pensamiento impostor).

-Excesiva conciencia de humildad y/o mala interiorización del propio concepto. [LECTURA RECOMENDADA: LA HUMILDAD COMO VALOR TRANSVERSAL EN LA MÚSICA]

Miedo al fracaso y a cometer errores en público.  Vergüenza y coacción personal por el hecho y posibilidad de ser juzgados.

-Sensación de que sólo tiene valor aquello que cuesta mucho trabajo realizar, asumir o producir. Aquello que se lleva a cabo con “facilidad” y solvencia (normalmente aprendido a base de experiencia, formación y repetición), no merece ser valorado como algo que, desde nuestra intuición, si lo debería ser.

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EL SÍNDROME DEL MÚSICO IMPOSTOR.

El mundo de la música es altamente proclive a generar impostores en potencia: una alta competitividad y grado comparativo entre profesionales y estudiantes, los miedos e inseguridades presentes en la propia naturaleza de la interpretación artística y su dependencia de “el directo”, un mundo laboral muy pequeño en el que (casi) todos nos conocemos (física o digitalmente), presencia de fuertes e inflexibles estereotipos de éxito musical o, entre otros factores, el secuestro racional y emocional que hacemos de nosotros mismos persiguiendo ciertas metas de forma ineficiente.

De tal forma, existen cinco grandes apartados que, si te sientes identificado con alguno de ellos, puede que te estén arrastrando hacia el lado impostor.

1- Miedo a compartir tu trabajo, productos y éxitos académicos y profesionales.

Muchos músicos aún no se han dado cuenta que su empresa son ellos mismos, y que tienen que tener un bonito y ordenado escaparate, pero recuerda que lo que muestres en él siempre se tiene que corresponder en calidad con lo que hay dentro de la tienda, de lo contrario, sí que estarás defraudando de verdad a tu comunidad.

Asimismo, aún hay músicos que crean y no muestran masivamente en sus redes profesionales y sociales sus productos, o que cosechan un importante éxito y no lo comunican, siendo el intuido y mal interiorizado concepto de humildad el principal causante de ello.

Obviamente, todo emana del miedo a ser juzgado o de pensar que, como hay gente por encima de nosotros en cualquiera de las cosas en las que podamos a destacar, algo no pueda suponer una proeza, confundiendo el éxito personal con lo que podría suponer un caso de éxito para otras personas más avezadas y experimentadas profesionalmente que nosotros.

A menudo, directamente, a lo que se tiene miedo es a crear algo y a mostrárselo al mundo. Ten muy en cuenta que si te gustaría producir tus propios vídeos, componer nueva música, escribir un blog, llevar a cabo una idea de emprendimiento empresarial, compartir con tu comunidad un nuevo éxito o proeza, grabar un disco o abrir un canal de podcasting, entre otras iniciativas, y no lo haces, ya sabes lo que te ocurre, y es, básicamente, que eres una nueva víctima del síndrome del músico impostor.

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2- Fiebre académica

El mundo de la música académica, y sobre todo el de los conservatorios, es muy susceptible de dejarse llevar por la actual, interminable e insaciable, fiebre académica: cursos, clases de todo tipo, segundas o terceras carreras para completar la formación principal, másteres, asistencia a encuentros y eventos profesionales de todo tipo, etcétera.

Esta ambición por seguir aprendiendo y mejorando es inmejorable, lo que sí es mejorable y necesario es que llegue el día en el que decidas emprender y tomar iniciativas entorno aquello en lo que tanto te has formado.

Siempre va a haber algo que te quede por saber o dominar, y no es necesario tener un título o certificado de absolutamente todo para estar seguro de que realizarás algo satisfactoriamente. Como mejor se aprenden las cosas es experimentándolas y usando las técnicas, habilidades y conocimientos que hemos interiorizado durante nuestra formación.

Recuerda, ¿te formas por la propia ambición de aprender y desarrollarte, o te formas para auto-convencerte (y auto-convencer a los demás) de que estás preparado para desempeñar alguna función coleccionando certificaciones? De ser como en el segundo caso, demos de nuevo la bienvenida al pensamiento impostor.

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3- Comparaciones

Cierto es cuando se dice que las comparaciones son odiosas, y cuando hablamos de posibles víctimas del síndrome del impostor, aún más, ya que éstos siempre van a ir a compararse con aquellos que justifiquen su falta de iniciativas.

En el mundo de la música, todos nos conocemos, si no es personalmente, algo habremos oído hablar sobre ese alguien o habremos consumido algo de información en las redes sociales o internet al respecto.

Conocer quiénes son y qué hacen  las personas que están involucradas en nuestro mismo sector profesional no es, para nada, malo, lo perjudicial es usar toda esa información para hacer agravios comparativos contra nuestra propia persona.

Los músicos no impostores contextualizan toda esa información y lo que hacen es construir referencias, en cambio, los sí impostores se comparan con aquellos que, en teoría, están por encima dentro de un mismo sector o profesión. Las comparaciones o referencias son inevitables, y siempre va a haber alguien por encima de nosotros en formación, experiencia y prestigio profesional, pero eso no quita que tú no estés de sobra y altamente preparado para realizar la misma actividad que éstos.

En estos casos, el típico músico impostor, se esconde en este tipo de comparaciones  para no realizar pruebas, no acudir a audiciones, no concurrir a procesos de selección u oposiciones, a no difundir su música en la red o no compartir sus proezas.

Curiosamente, si os habéis dado cuenta, lo músicos que no se dedican profesionalmente a la misma, no tienen ningún problema en compartir y difundir sus creaciones, y es principalmente porque no tienen miedo a ser juzgados, ni a ser comparados ni criticados por lo que otros esperan de ellos, sólo disfrutan y hacen llegar a todos los posibles lo que han creado. ¿Tendremos mucho que aprender de cómo los músicos no profesionales gestionan, viven, aprenden y se sacrifican por la música?

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4- Inercias profesionales y estereotipos de éxito en la música.

La mayoría de los tradicionales perfiles profesionales que encontramos en el mundo de la música están sometidos a fuertes estereotipos. Frecuentemente, desde los primeros cursos de los estudios profesionales ya nos empiezan a imponer de una forma un poco enlatada a qué nos podremos dedicar en este sector y a cómo conseguirlo.

Tristemente, y más allá de lo que debería de ser, el abanico de posibilidades que se suele ofrecer no es, que se diga, demasiado amplio: orquestas, bandas, docencia y poco más. [LECTURA RECOMENDADA: MÚSICOS PROFESIONALES VS PROFESIONALIZARSE CON LA MÚSICA]

Por otro lado, a parte del empleo-estereotipo, existe cierta jerarquización en cuanto a qué trabajos están, más o menos, ligados con el éxito: directores de orquesta, solistas internacionales, músicos de ópera u orquesta sinfónica, profesores de prestigiosos conservatorios o academias, etcétera.

La gran parte de los que deciden emprender el camino hacia alguna de esas exitosas profesiones, lo hacen intentando seguir los pasos de otros que, o ya lo han conseguido, o están muy cerca de ello; concursos de solistas, jóvenes orquestas, “estratégicas” clases privadas con profesionales del sector o diversos estudios en el extranjero, por ejemplo.

La inercia podrá hacer que entremos en un círculo vicioso de metas predefinidas, mentalidad y comportamiento profesional, trayectoria académica e imitación de otras personas supuestamente exitosas. Todo lo que se salga de esos cánones, puede que esté fuera de nuestra zona de confort musical, ya que es más fácil y cómodo optar por aquello que sabemos que socialmente se nos premiará, además ya tenemos referencias y ejemplos de cómo llegar hasta ello.

Para nada os quiero transmitir con todo esto que el hecho de desear y querer optar a ciertos empleos tan bellos y gratificantes como los anteriormente mencionados sea algo perjudicial, ni mucho menos, pero sí lo es cuando uno mismo persigue alguno de estos estereotipos profesionales sin, en el fondo, desearlo.

En este apartado, el prototipo de músico impostor es aquél que se deja llevar por lo más normalizado y, a pesar de que anhela perseguir otras metas distintas a las  comunes y preestablecidas, no lo hace, siendo preso de las inseguridades como: creer que no se tiene capacidad y personalidad para innovar, no estar lo suficientemente preparado para perseguir sueños diferentes a los de la mayoría o pensar que, a pesar de tener evidencias de lo contrario, nunca llegarás a vivir y a ser respetado por hacer lo que realmente te apasiona, asumiendo con personalidad que, posiblemente, nunca llegarás a ser considerado alguien exitoso dentro de tu sector.

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5- Asumir nuevas y mayores responsabilidades:

El hecho de asumir nuevas responsabilidades es una de las ocasiones que más nos puede hacer de evolucionar y madurar, tanto en el plano profesional como en el personal.

Aquellos que lideran iniciativas de cambio y/o responsabilidad suelen ser premiados en sus entornos con mejores condiciones laborales, mayor respeto profesional y grandes beneficios en la propia autoestima. Además, cuando asumimos nuevos y mayores cometidos, la experiencia que cosechamos en la actividad realizada se verá sumada a nosotros de manera exponencial.

En nuestros entornos musicales, existen innumerables oportunidades para dar grandes pasos hacia delante en nuestras trayectorias profesionales: podemos proponer tocar un concierto solista en alguna de las agrupaciones donde toquemos regularmente, crear y/o proponer asumir un nuevo cargo en la empresa (orquesta, grupo musical, conservatorio, escuela, etcétera) donde trabajemos o podemos dejar de eludir esa responsabilidad que siempre hacemos recaer sobre otro.

Los casos anteriormente descritos supondrían lo completamente contrario a un pensamiento impostor, es decir, a tener iniciativas o asumir nuevos retos. Al otro lado de estas situaciones, se encuentran aquellos que, a pesar de barajar atractivas propuestas y disfrutar de un entorno muy favorable para crear y aprovechar oportunidades, se dejan absorber por el estatismo, los miedos y las inseguridades.

Obviamente, hay que seguir evolucionando, y una de las mejores formas de hacerlo es asumir nuevos retos. Si sientes que nunca te encuentras preparado para lo que te proponen, no te imaginas realizando otras tareas de mayor responsabilidad o tienes miedo de tener algo a tu cargo, probablemente no tengas un problema de formación, sino de actitud y estés sufriendo profundamente el famoso “síndrome del impostor”

La mayoría de los contenidos expuestos en estos cinco apartados, lo he enfocado hacia la fase “antes de”. Esto ha sido así porque considero mucho más importante y beneficioso, dentro del sector musical, el hecho de emprender y liderar iniciativas de cambio.

Los músicos han de ser personas dinámicas, creativas, abiertas y dispuestas a ofrecer mucho y de gran calidad, y todo ello comienza, como siempre, con un pensamiento y una nueva actitud.

Espero haber contribuido a que haya un poco menos de músico impostor en todos vosotros. Concluyendo, os dejo con un pequeño epílogo metafórico elaborado para la ocasión.

Para hacer una gran hoguera son necesarios dos elementos: material para quemar y una chispa que inicie el fuego. Podemos estar toda la vida acumulando madera, cartón y papel en cantidades infinitas para incinerar, pero sin una pequeña llama todo eso quedará amontonado sin llegar a culminar el principal objetivo: convertirse en llamas.

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Eduardo Sánchez-Escribano García de la Rosa.

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Para concluir esta primera serie de artículos sobre INTELIGENCIA EMOCIONAL Y MÚSICA, he dejado el mi capítulo favorito, no siendo otro que el de las habilidades sociales y su relación con las comunidades artísticas de aprendizaje.

¿QUÉ SON Y CÓMO NOS INFLUYEN LAS HABILIDADES SOCIALES?

Básicamente, son los comportamientos de tipo emocional y conductual que exteriorizamos en las relaciones interpersonales (entre personas) y que nos permiten, por norma general, adaptarnos a un entorno social. Éstas son imprescindibles para desenvolvernos con éxito por el mundo, permitiéndonos reconocer, comprender y responder adecuadamente a las diversas situaciones que podemos experimentar en nuestra interactuación con el medio.

El desarrollo de las habilidades sociales, así como el de todos los otros elementos que integran la inteligencia emocional, son esenciales para la consecución de los objetivos y metas marcadas, ya que, incluso las personas más brillantes académica e intelectualmente hablando, están avocadas al fracaso en su interactuación con el entorno si no desarrollan éstas adecuadamente, pudiendo ser tachadas de arrogantes, poco empáticas, insensibles y, en general, evitadas por los demás.

El psicólogo P. Ekman, en sus estudios respecto a la capacidad que poseemos de interactuación con nuestras emociones como habilidad social fundamental, acuñó el concepto “despliegue de roles” para referirse al cómo, cuándo, dónde, por qué y con quién, resulta adecuado expresar nuestros sentimientos, y para el que es totalmente imprescindible conocer y dominar el entorno cultural en que estemos relacionándonos.

[ARTÍCULO RECOMENDADO] EL RELATIVISMO CULTURA EN LAS PROFESIONES ARTÍSTICAS

Este tipo de aprendizaje se desarrolla desde edades tempranas. Parte de él es explícito, es decir, nos dicen directamente como mostrarnos en ciertas situaciones, y parte se adquiere mediante un proceso de moldeado indirecto  que, desde niños, vamos absorbiendo a través de observar las relaciones de los demás. Es vital, puesto que el éxito social y personal está estrechamente ligado con la capacidad de sociabilización.

 

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Según R. Gardner, y vinculándolo directamente con la categoría de la inteligencia interpersonal que  presenta en su Teoría de las Inteligencias Múltiples, existen cuatro principales habilidades sociales. Éstas, determinan los elementos que componen la inteligencia emocional de una persona y, a su vez, vincula la posesión de los siguientes talentos con el estimado éxito que se puede cosechar al desempeñar ciertas funciones o profesiones.

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+Organización de grupos: Es la habilidad esencial para ejercer el liderazgo. Consiste en poseer las capacidades y herramientas necesarias para movilizar y coordinar los esfuerzos de un grupo de personas.

+Negociación de soluciones: Talento social consistente en impedir la aparición de conflictos y/o en solucionar aquéllos que puedan surgir.

+Conexiones personales: Sus bases radican en la empatía de las personas y en el “arte de trabajar en equipo”. Ésta, favorece el contacto con los demás, facilita el reconocimiento y el respeto por los sentimientos e intereses ajenos.

+Análisis social: Habilidad fundamentada en saber detectar, definir y expresar los sentimientos, intereses y motivaciones de los distintos colectivos o de la sociedad en general. En otras palabras; la capacidad de profundizar en los problemas y emociones de los demás con facilidad.

Aquellos que disfrutan de estas habilidades interpersonales son más propensos a desarrollar los otros elementos que componen la inteligencia emocional. Además, suelen ser ese tipo de personas con las que la gente desea pasar su tiempo, básicamente, las sensaciones agradables que transmiten por su mera presencia y compañía.

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LAS BANDAS DE MÚSICA Y EL DESARROLLO DE LAS HABILIDADES SOCIALES

La música es una disciplina artística que, generalmente, destaca por ser extraordinariamente social. Realmente, en los entornos no profesionales, es donde más tangible se hace dicho poder de sociabilización, estimulado, como principal factor, por la gran diversidad que suele darse entre los miembros que componen una banda de música, orquesta, coro o cualquier tipo de agrupación amateur.

Este tipo de formaciones se denominan “comunidades artísticas de aprendizaje”, entendiéndose como aquél grupo de personas que se reúnen regularmente, y bajo una denominación común, para realizar actividades interpretativas, como puede ser, más allá de colectivos únicamente musicales, un grupo de teatro o un club de danza.

Dese la perspectiva de mi propia experiencia cosechada, estudio y percepción, afirmo que las bandas de música populares son comunidades donde se genera y potencia, profundamente, el desarrollo de las habilidades sociales, capacidad propia de la inteligencia emocional y donde radica el gran porcentaje de posibilidades de éxito.

Las bandas de música componen uno de los más valiosos elementos y tesoros de la actividad cultural y musical de España, ya que, gracias a ellas y desde que se empezaron a estabilizar por toda la geografía nacional hace más de un siglo, cientos de miles de personas han tenido acceso a la práctica artística e interpretativa.

 

 

Las  características y naturaleza de sus componentes suele ser extremadamente variada. Mágicamente, aúna la voluntad e inteligencia, sobre un mismo escenario, de personas de muy distintos perfiles sociales, económicos, edades, géneros, ideologías, culturas y razas con un solo fin; hacer música y disfrutar de ello.

Pertenecer y participar en las actividades llevadas a cabo por una banda de música nos permite, desde muy pequeños y hasta muy entrados de edad (mientras la salud lo permita), compartir tiempo, conversaciones, viajes, proyectos y experiencias con gente muy distinta a nosotros, y en todo tipo de espacios y contextos que podamos imaginar.

Inconscientemente, al pertenecer y participar activamente en la vida de una comunidad artística y, en la mayoría de los casos, desde muy jóvenes, estamos absorbiendo y desarrollando innumerables herramientas sociales, aprendiendo constantemente a desenvolvernos en múltiples contextos y con una amplia gama de tipos de personas.

cerebro-musicaEn este tipo de entornos se favorecen relaciones humanas muy diferentes y complejas, ya que en otros ambientes, difícilmente, un niño de doce años, estudiante de sexto de primaria, por ejemplo,  puede compartir responsabilidades en un mismo atril con un exitoso empresario y padre de dos hijos, o un joven adolescente puede ejercer tempranamente lo que conlleva el liderazgo, siendo el encargado de instruir y guiar a toda una cuerda de “cincuentones” licenciados de la vida.

Estos ejemplos, son sólo una muestra de las tan infinitas como provechosas situaciones que se pueden dar en el día a día de nuestras bandas de música. Obviamente, con el paso del tiempo, se normalizará y puede que no le demos la importancia y trascendencia real que posee, pero, tanto para los jóvenes como para los más veteranos, es una auténtica escuela de habilidades sociales que, sin ninguna duda, constituye un denominador común en la personalidad, trayectoria e inteligencia emocional de gran parte de los expuestos a ello.

La música transforma a las personas, desarrolla íntegramente su potencial, te da alas y te hace libre, las experiencias a las que te expone te harán desenvolverte eficientemente en el mundo, pero lo que no hay que olvidar es que la música es buena en sí misma y no hay que permitir que se esté continuamente empleando y ejemplarizando como puente utilitarista para conseguir otros objetivos.

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INTELIGENCIA EMOCIONAL Y MÚSICA: LA EMPATÍA Y LA DIRECCIÓN MUSICAL (PARTE 5/6)

Siguiendo la estela de la serie de seis artículos “INTELIGENCIA EMOCIONAL Y MÚSICA”, esta vez me dispongo a acercaros, de una forma un poco más detallada, y, por supuesto, relacionada con la música, el elemento de la “EMPATÍA”.

Para una lectura más completa y comprensiva, le recomiendo la lectura de las anteriores entradas de esta serie (si es que no lo ha hecho ya).

 

 

¿QUÉ ES LA EMPATÍA?

Esta habilidad proviene del término griego “empatheia” que significa, literalmente,  “sentir dentro” y era considerado por éstos como la capacidad que una persona posee para percibir las experiencias subjetivas de otros. Actualmente, la definimos  como la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Ésta, muestra total independencia frente a la inteligencia académica tradicional y está directamente ligada, a su vez, con la capacidad de la inteligencia interpersonal propuesta por Gardner en su “Teoría de las Inteligencias Múltiples”, permitiéndonos comprender los sentimientos de los demás, sus motivos y preocupaciones sin necesidad de que sea transmitido verbalmente.

Podemos saber cómo se siente una persona si logramos interpretar los mensajes que emanan desde el cuerpo y sin necesidad de formular ni una sola palabra. En verdad, y a diferencia de la mente racional, que necesita de las palabras para comunicarse, las emociones lo hacen, de forma casi exclusiva, de modo no verbal.

En concreto, y según demuestran investigaciones específicas sobre comunicación, respecto al 90% de la información emocional que mandamos y captamos es de naturaleza no verbal (los estudios específicos se muestran en el libro de D. Goleman). Es más, no es frecuente que las personas expresen verbalmente sus emociones, por lo que tienen que manifestarse y reconocerse a través del lenguaje no verbal; tono de voz, gestos y expresiones corporales y faciales, etcétera.

De hecho, incluso antes de mostrar capacidades para el lenguaje verbal, ya somos auténticas esponjas y sintonizadores de empatía, pues los bebés reaccionan y desarrollan ésta desde los primeros meses de vida. La habilidad que desde la más temprana infancia despliegan para controlar sus expresiones faciales les convierte, desde temprana edad, en seres sociales y cognitivos.

 

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PROFUNDIZANDO UN POCO MÁS…

Existen grandes conexiones entre la empatía y el afecto. Muchos investigadores sostienen que en la empatía reside, y de ella depende, nuestra personalidad ética y las raíces de la moral. La faceta primaria que presentamos los humanos nos muestra como seres solidarios, siendo la empatía la principal razón que nos impulsa a ayudar a los demás, pues conecta nuestras emociones con las ajenas y nos permite experimentar sensaciones de peligro  o sufrimiento.

equilibrioLa conexión empática  nos puede llevar a tomar decisiones en las que entren en juego acciones necesitadas de un juicio ético-moral previo, es decir, si presenciamos con un alto grado de empatía cómo una persona requiere ayuda, habrá muchas más posibilidades de hacer algo al respecto que si no percibimos cómo lo puede estar pasando.

(Relacionado con los dos anteriores párrafos, les puede interesar: ÉTICA Y MORAL. ¿QUÉ ENTENDEMOS? ESTRUCTURA, CONTENIDOS Y ACTITUDES.)

Normalmente, las personas que cometen los delitos más execrables (maltratadores, violadores, pederastas, asesinos, etc…), son incapaces de experimentar la empatía y con ella, de forma intrínseca, la incapacidad para percibir el sufrimiento de los demás a los que les afectan sus acciones delictivas. Es más, es en el desarrollo de la empatía donde se centran y fundamentan muchos de los nuevos tratamientos diseñados para la rehabilitación de los delincuentes.

 

EMPATÍA, MÚSICA Y DIRECCIÓN MUSICAL

La gran totalidad de la información emocional que promueve el desarrollo de la empatía se realiza, como en la música, mediante un lenguaje no verbalizado, convirtiendo a esta disciplina artística y necesariamente social en un inmejorable espacio del desarrollo de la misma. En la música, podemos encontrar distintos formatos de mensaje que pueden provocar múltiples procesos de desarrollo de la empatía, puesto que no es lo mismo una interpretación “a solo”, que en la música de cámara (pequeños grupos) o, de forma muy distinta, mediante una gran agrupación sinfónica y precisando de la figura de un director musical.

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Aprovechando mi humilde experiencia personal, voy a centrarme en el ejemplo de cómo la empatía está presente en la música desde el punto de vista de la dirección musical, puesto que ésta es, ante todo, un gran sistema de expresión y reconocimiento de gestos entre aquél que porta la batuta (aunque no necesariamente con ella) y aquellos que la siguen, permitiendo unir las inteligencias y voluntades de un colectivo de músicos en una única; la del director.

El papel del director, de uno bueno o, al menos, de alguien que intente hacer las cosas bien, requiere de una gran cantidad de habilidades de conexión empática, pues él es en encargado de generar un mismo sentimiento o predisposición emocional a toda una agrupación durante el trascurso de una interpretación.

Mediante un complejo sistema de gestos conscientes y estratégicos (técnica de dirección musical), y sumados a toda aquella información no técnica ni verbal que inconscientemente se transmite, el líder portador de la idea musical esboza y hace llegar a los que están detrás del atril aquello que siente, es decir, su forma de entender musical y emocionalmente la obra que capitanea.  De esta forma, la fenomenología musical que se esconde detrás de una idea artística se convierte en un complejo y mágico mecanismo generador de empatía, manifestándose física y gestualmente en la figura del director.

 

LA EMPATÍA NO ACABA EN EL DIRECTOR…

Más allá de las obviadas capacidades emocionales que debe de presentar un director musical, también es imprescindible que los instrumentistas que integran la agrupación tengan desarrolladas las habilidades de interpretación de las emociones, ya que, aunque el guía sea una auténtica “máquina de transmitir”, éstos deben de impregnar con la intencionalidad expresada por el director cada una de sus intervenciones musicales, algo realmente complejo y que se tarda mucho tiempo en conseguir.

auditorio butacas

Cuando la sintonía deseada se consigue, el  “efecto dominó” no cesa, pues cuanto mayor es la sincronización emocional entre director y músicos, mayor será, y de más calidad, el fenómeno de la interpretación musical que, a su vez, calará en el público, haciéndoles sentir desde tristeza, miedo, energía, afecto, hasta, como último ejemplo, angustia.

Asimismo, aunque el ejemplo de la dirección musical ha sido el que más atractivo y potente me ha resultado para ejemplificar la presencia de la empatía en la música, existen otros muchos elementos y disciplinas de la misma que también serían válidos como, por ejemplo, las interpretaciones “a solo”, donde el músico tiene que conectar con los oyentes sin más herramientas que su propia interpretación, la música de cámara, en la que los integrantes deben de auto-sintonizarse emocionalmente sin la ayuda de terceras personas (un director) o, por supuesto, en la pedagogía de la música, donde cada lección debería de rebosar de contenidos, lenguaje y experiencias emocionales.

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INTELIGENCIA EMOCIONAL Y MÚSICA: LA IMPORTANCIA DE LA AUTOMOTIVACIÓN EN EL AULA (PARTE 4/6)

SOBRE LA AUTOMOTIVACIÓN

La automotivación es aquella habilidad de la inteligencia emocional que regula nuestras emociones, siendo su principal objetivo el afrontar con éxito las diferentes situaciones a las que somos expuestos en nuestra vida cotidiana. Para ello, ésta articula todas las herramientas necesarias (emocionales y racionales) para cumplir las expectativas y metas que nos marquemos.

En primer lugar, entendamos el importante papel que desempeña la motivación positiva sobre el rendimiento. Según los testimonios recogidos por D. Goleman, todas aquellas personas que cosechan largas y exitosas carreras tienen un denominador común: una elevada motivación positiva y una rigurosa rutina de entrenamiento y/o estudio. La principal diferencia entre aquellas personas que llegan lejos en sus carreras profesionales/artísticas y las que no es, básicamente, la ardua y perseverante práctica y esfuerzo ejercidos durante años y años. Dicha perseverancia depende fundamentalmente de factores emocionales, como el entusiasmo, una actitud positiva y la tenacidad (perseverancia) frente a todo tipo de contratiempos.

La automotivación es una maquinaria que se pone en funcionamiento ante una situación concreta en la que aparece un motivo que nos impulsa a actuar. En ese momento, surgen emociones primarias, tanto positivas como negativas, que inhiben o favorecen dicha acción. Es justo ese momento en el que interviene la inteligencia emocional, determinando mediante sus habilidades la forma (adecuada o no) en las que las personas son capaces de utilizar sus capacidades mentales.

 

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automotivacionLa preocupación es una respuesta útil para nosotros; nos protege y advierte de peligros advirtiéndonos por nuestra seguridad y bienestar, pero a veces esa preocupación puede mutar en miedos y estados de ansiedad innecesarios. Muchas veces un simple compromiso o posible situación que requiera una respuesta responsable de nosotros nos puede amedrentar, en esos contextos la inteligencia emocional actúa convirtiendo un compromiso o reto en una gran estrategia capitaneada interiormente por un estado de automotivación. Aquellos que reconocen y controlan sus emociones pueden convertir esa ansiedad anticipada en una situación común de estrés para motivarse a sí mismos, digamos que nos confiere la virtud de convertir un lastre en un cálido aliento.

Uno de los pilares de la automotivación es la expectativa y esperanza de superarse a sí mismo, es decir, ser capaces de imaginarnos consiguiendo lo que queremos, desearlo y poner en marcha toda la maquinaría emocional y racional a nuestra disposición para vernos dentro de la viñeta que hemos visualizado previamente. Lamentablemente, en contextos donde imperan los estados de ánimo negativos podemos dejarnos llevar por la aprensión, la temeridad y el miedo al fracaso, haciéndonos imposible el soñar y, por lo tanto, limitándonos vivir experiencias de automotivación.

Existen dos principales focos generadores de un estado de automotivación: extrínsecos e intrínsecos. Los extrínsecos utilizan refuerzos externos para estimular una conducta deseable, es decir, usan métodos de recompensa y castigo como medios incentivadores. En cambio, los intrínsecos no usa agentes externos para reforzar una acción determinada, es la propia satisfacción de conseguirlo lo que produce la motivación.

 

LA IMPORTANCIA DE LA AUTOMOTIVACIÓN EN LA MÚSICA

conscienciaGeneralmente, en los ámbitos de las enseñanzas artísticas no es difícil generar estados de motivación, sólo hay que saber gestionar adecuadamente algunos factores determinantes como: las preferencias y gustos de los alumnos, ayudarles a ser conscientes de su propio potencial, saber establecer (y enseñar a saber) correctamente la temporalidad en la obtención de nuestros objetivos (corto, medio o largo plazo), enseñarles a soñar, etc…

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Entorno a la música y a lo que la automotivación concierne, podemos proponer actividades específicas que atienden al número de personas que atañen: automotivación individual o grupal. A continuación propongo alguna actividad o actitud concreta para trabajar en estos dos niveles.

 

+Automotivación individual:

En el ámbito de la docencia y, más aún en las actividades pedagógicas artísticas y no obligatorias, los profesores deben ser conscientes en todo momento del estado de motivación de sus alumnos (principalmente porque al ser una actividad “prescindible” podemos dejar de verles por nuestras aulas con cierta facilidad). Como principales responsables, los docentes tienen que ayudar a los educandos a marcarse objetivos y a que el camino hacia su consecución sea una experiencia positiva en todos sentidos, pudiéndolo extrapolar como una herramienta emocional más allá de lo meramente musical.

Una buena técnica es ayudar al alumno a marcarse objetivos a corto plazo y proporcionarle todas las herramientas necesarias para que alcance lo propuesto. Éste, al ver materializado de forma positiva y tangible el esfuerzo realizado, cosechará un feedback emocional muy valioso frente a la proposición de futuros retos, pero, ante todo, ese agradable y excitante sentimiento de poder que nos invade cuando estamos motivados. Por ejemplo, podemos ayudar a proponerse la grabación audiovisual de una obra o estudio para posteriormente editarla y subirla a “Youtube” o, por otro lado, le podemos ayudar a preparar un concierto o espectáculo que posteriormente interpretará públicamente.

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+Automotivación grupal:

Funciona de forma muy parecida a la individual, pero quizás, sea un poco más compleja. Normalmente, cuando hablamos de automotivación grupal, hablamos también de liderazgo o de la figura de un líder (no jefe), es decir, el arte o capacidad (y la persona que lo posee) de aunar el trabajo y voluntades de un colectivo en una misma dirección, algo así como ayudar a un grupo de personas a automotivarse entre sí  respecto a un colectivo con personalidad y funciones propias.

Para que se produzca una motivación general dentro de un grupo, alguien (una o varias personas) tiene que saber detectar que es lo que a cada uno le mueve o preocupa con el fin de saber establecer una dirección en la que todos caminen, favoreciendo el trabajo en equipo y creando sinergias. Por ejemplo, en la programación de un concierto por parte de una agrupación o aula, existen muchas más tareas a parte de la mera interpretación musical: marketing, preparación de papeles, puesta a punto de instrumentos, invitaciones para el concierto, elaboración y presentación del programa, encargados de instalaciones o material, y un largo etcétera.

En este caso, ejercer un buen liderazgo está directamente relacionado con tener la capacidad de empatizar y detectar qué tarea o acometido es el idóneo para cada componente, ya que todo el mundo, al sentirse útil, realizado y parte constructiva de un todo, está motivado frente a esta actividad. Los que lo hemos experimentado sabemos que, aunque es algo que no se ve, se puede oír de forma, casi mágica, en el momento en el que todos los instrumentos empiezan a sonar.

 

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BATUTAS 2.0 – LOS 15 SUBPERFILES DE UN DIRECTOR MUSICAL

…imaginemos a un “director de orquesta”: está subido en una gran tarima que, a su vez, se encuentra presidiendo el escenario de un impresionante auditorio. Viste un elegante chaqué y frunce el ceño frente a una gran agrupación sinfónica, la cual presta atención a cada movimiento y detalle, éste parece estar a punto de marcar una enérgica anacrusa…

Sí, seguramente así se imaginarán muchos de ustedes a la figura del director de orquesta y, en el fondo, no se equivocan, pues coincide con la viñeta con la que se supone que, la gran mayoría de los que aspiran a dedicarse a esta profesión, sueña dibujar y protagonizar. En verdad, la realidad es otra. Muchos de estos profesionales  de la dirección musical, o aspirantes a ello, desarrollan su labor artística en el “sector no lucrativo”, es decir, como se conoce al sector jurídicos sin ánimo de lucro (asociaciones músico-culturales, ensembles y agrupaciones de todo tipo), bandas municipales no profesionales, dirección de grupos de todo tipo en centro de enseñanza, coros y un largo etcétera.

Este tipo de trabajos y quehaceres requiere, más allá de la batuta, diversos “subperfiles” que, para poder realizar con éxito las tareas deseadas y encomendadas, pueden ser necesarios de dominar o, al menos, valorar, prestar atención o tener unos conocimientos y habilidades básicas al respecto. Por ello, no estoy argumentando que el no tener competencias sobre absolutamente todos  sea excluyente, pero, lo que sí está claro, es que abordando muchas de las siguientes facetas propuestas podemos mejorar enormemente nuestro perfil profesional y ampliar las posibilidades de obtener una oportunidad y/o empleo en el mundo de la dirección artística y musical.

1-PEDAGOGO-DOCENTE: Es absolutamente necesario tener conocimientos y habilidades para transmitir ideas, conceptos, ayudar a interiorizar buenos hábitos musicales, tanto individualmente como en grupo. El control de las diversas teorías del aprendizaje, metodologías y poseer una amplia gama de recursos pedagógicos y materiales didácticos, facilita el desarrollo de las agrupaciones musicales que tengas a la disposición de tu batuta.

2-LUTHIER: Los instrumentos, como objetos complejos que son, poseen frágiles mecanismos que, con frecuencia, sufren daños y averías. Como la gran mayoría de los integrantes no suelen ser profesionales, normalmente no poseen recursos, herramientas ni conocimientos para aplicar los adecuados hábitos de mantenimiento que requieren los instrumentos. Por ello es necesario aconsejar y vigilar que se lleven a cabo estas buenas prácticas, además, en muchas ocasiones podemos ayudar a reparar alguna avería y ahorrar a nuestros músicos el gasto de la reparación, sumándole también el tiempo que no podrán acceder a tocar por falta la falta del instrumento.

3-ARCHIVERO-BIBLIOTECA MUSICAL: Partituras en papel, archivos digitales, grabaciones, otros documentos musicales, etc… Si se quiere tener un orden de todo ellos es necesario tener ciertos criterios de catalogación, herramientas de mantenimiento y los más importante, saber dónde buscar, encontrar y conseguir nuevos y adecuados materiales para seguir ampliando la biblioteca de tu archivo musical.

4-GESTOR CULTURAL: Este subperfil acoge una gran diversidad de funciones y tareas. En el ámbito de la dirección musical es muy necesario tener, al menos, conciencia de las labores y de la importancia de un gestor musical en un proyecto artístico, profesional o no. Interpretar, identificar y satisfacer las necesidades que puede abordar una comunidad artística en un contexto determinado es necesario aprovechar eficientemente los recursos disponibles. Proponer, producir y llevar a cabo ideas y proyectos artísticos de todo tipo, además de cooperar con otras entidades culturales, es una de las habilidades vitales que debe abordar un director musical. No olvidemos tampoco lo importante que puede llegar a ser hacer pedagogía de “la experiencia”.

5-COACHING Y LIDERAZGO: No olvidemos que detrás de una batuta hay, ante todo, alguien que coordina una idea común para un gran grupo, alguien que lleva las riendas, alguien que lidera. El liderazgo genera constantemente más responsabilidades que derechos, algo que continuamente hay recordarse y viene muy bien tener información, asesoramiento y leer contenidos especializados en la materia. Asimismo, es muy importante conocer y practicar técnicas y teorías de motivación grupal, ya que, ante todo, se está al frente de un equipo y no solo de músicos, sino también de profesores, voluntarios  y demás personal técnico que puede estar a nuestro cargo.

6-MUSICÓLOGO: Detrás de una programación musical o unas simples notas al programa, entre otras funciones, hay tareas explícitas de investigación y ligadas directamente con las competencias de la historia y ciencias de la música. Esta subdisciplina y los conocimientos que trae consigo te vendrán muy bien, sobre todo para dar calidad y valor a todos los conciertos y actividades que lleven a cabo en la agrupación.

7-ARREGLISTA Y COMPOSITOR: No siempre se dispone del material idóneo y completo que se requiere. Por ello, en muchas ocasiones, hay que estar reinstrumentando partituras, completando el material por diversos motivos y, como algo común, estar adaptando alguna composición musical o tema a la plantilla determinada de la que se disponga en cada momento. Por otro lado, estrenar arreglos o composiciones del propio director suele ser una actividad que dota de un gran valor artístico al proyecto en sí, además, resulta una fuente de motivación extraordinaria para los componentes.

8-RELACIONES PÚBLICAS Y LABORALES: Como representante de una agrupación dinámica que se pretende ser, hay que tener al día la agenda; contactos, eventos profesionales, colaboraciones, etc… Aquello que hoy en día viene a llamarse “networking”. Todo ello depende de las habilidades sociales y el posicionamiento profesional de aquél que se encargue  de ello, cayendo dicha responsabilidad, directa o indirectamente, sobre el director musical. De ello dependerá, en gran medida, el número y la calidad de las actuaciones, calendario y agenda de eventos de la agrupación a la que se representa.

9-COMMUNITY MANAGER: Las tecnologías y las redes sociales son ya una parte esencial de nuestro día a día. Todas las instituciones de cualquier tipo usan éstas para difundir sus actividades y crear una imagen corporativa en las redes. Poseer competencias en el campo del “community managment” ampliará abismalmente  la difusión de nuestro proyecto y permitirá crear, utilizando buenas herramientas y estrategias de contenido y comunicación, una imagen y marca personal adecuada a nuestras necesidades. El saber dar un uso profesional a Facebook, Twitter, Linkedln y Youtube, entre otras, es una de las necesidades más obvias, por su naturaleza y en los tiempos que corren, del sector musical en la actualidad.

10-DISEÑADOR Y CREATIVO GRÁFICO: Manejar ciertos programas o herramientas virtuales de diseño y maquetación gráfica pueden sernos de gran ayuda a la hora de crear contenidos, carteles, acreditaciones o cualquier tipo de documento o imagen digital que necesitemos crear y no se encuentre ya en las redes. No olvidemos que la calidad de las imágenes y logos se asocia directamente con la calidad de los contenidos.

11-PSICÓLOGO: Muchas veces y de forma totalmente inconsciente, es necesario intervenir en problemas y conflictos que surgen espontáneamente, debiéndose principalmente a la gran heterogeneidad de perfiles personales que integran normalmente cualquier agrupación musical. Por otro lado y aparte del demostrado poder de desarrollo personal, tanto de la inteligencia emocional como de la racional, que posee la música, podemos ayudar, siempre con la humildad como virtud por delante, a muchos de nuestros instrumentistas a resolver problemas motivacionales, de integración o, simplemente, a sentirse autorrealizados, considerado por muchos especialistas una de las máximas intrapersonales de los seres humanos contemporáneos.

12-ADMINISTRATIVO: Facturas, presupuestos, contratos, certificaciones y un sinfín de burocracias varias son las que te puedes encontrar en la obligación de asumir necesitando ayuda externa de asesores o gestores, servicios que, por otro lado, no siempre se pueden disfrutar o a los que tener acceso profesional. Conocimientos más allá de los básicos sobre ofimática, internet y demás herramientas usuales para los administrativos pueden hacerte la vida mucho más fácil en muchos momentos.

13-ANIMADOR SOCIOCULTURAL: Las funciones que asume este perfil profesional son las de investigar, proponer y realizar actividades colectivas y alternativas a la labor específica de la dirección musical. Motivar, dinamizar y poner sobre la mesa los valores de la colectividad a través de actividades, musicales o no, que refuercen los lazos comunitarios entre los miembros de un grupo. Generar y favorecer el bienestar social en las comunidades artísticas de aprendizaje es algo imprescindible para el bienestar social y comunitario que caracteriza a estos colectivos.

14-TÉCNICO AUDIOVISUAL: Poseer material audiovisual de calidad de nuestra agrupación es algo imprescindible para poder estudiar las actuaciones pasadas y difundir nuestros productos. Saber manejar la tecnología necesaria, tanto software como hardware, para la grabación y edición de nuestro material es una tarea esencial para una agrupación y no siempre se dispone de ayuda externa y, ni mucho menos, profesional.

15-DIRECTOR MUSICAL: ¡¡Ah, sí!! Se me olvidaba, (tono irónico) una de las funciones también es dirigir las agrupaciones que estén a su cargo. Planificar y realizar ensayos de todo tipo y, por supuesto, llevar a cabo las actuaciones musicales con todo el bagaje de conocimientos, técnicas y habilidades que hay detrás de “mover el palito”.

Mi intención no ha sido, en ningún momento, llevar a un segundo plano la función explícita que un director musical tiene que asumir, es decir, dirigir, sino hacer más visible todo aquello que está, tendría que estar o puede estar (eso sería otro debate distinto al propuesto) dentro de las competencias y funciones exigidas al director de alguna de las agrupaciones o instituciones nombradas al comienzo del artículo.

Personalmente y siendo imposible ser competente y profesional en cada una de ellas, aconsejo valorarlas, intentar diversificarse y ofrecer más de uno mismo  en la medida que podamos acorde a nuestras preferencias, habilidades y oportunidades. El sector puede exigir más de lo que somos conscientes o estamos dispuestos a dar y nosotros somos los principales responsables de no saber identificar esas necesidades y de no dar respuesta a las mismas.

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Eduardo Sánchez-Escribano García de la Rosa

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LA HUMILDAD COMO VALOR TRANSVERSAL EN LA MÚSICA

[PUBLICACIONES EXTERNAS DE ESTE ARTÍCULO]

REVISTA SEXTA SECCIÓN (ARGENTINA)

http://www.lasextaseccion.com.ar/educacion/ensenar-humildemente/

En nuestros días, la era de las telecomunicaciones y la información instantánea, y en consecuencia al desarrollo tecnológico e informático, estamos siendo testigos de la transformación y desuso de muchos valores o prácticas puramente humanas e inherentes a nuestra propia condición como seres sociales. Una de las características de las personas (o personalidad) que más ha captado mi atención y admiración en los últimos años ha sido la humildad y, sin ninguna duda, debido al cúmulo de experiencias que he vivido entorno al mundo de la música y la gente que ahí me encontré.

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SOBRE LA HUMILDAD…

Llegados a este punto, me gustaría ahondar en el valor anteriormente mencionado: la humildad. En primera instancia, se puede definir como la actitud de una persona que posee autoconocimiento de sus límites y debilidades, reconoce sus fallos y fracasos, no vanagloria sus logros y actúa consecuentemente a ello. Por encima de la perspectiva teórica, y desde mi punto de vista, está la práctica del mismo y los beneficios que trae consigo para el que intente interiorizarlo y para su entorno.

musician-623362_640La humildad genera empatía (y viceversa), ayudándonos a estar cerca de los demás sin más interés que crecer y sumar, elimina el miedo a quedarse atrás y nos ayuda a aprender y enseñar a admirar sin necesidad de hacer sentir pequeños a los demás, pues no entiende de tamaños y no genera frustraciones en consecuencia de agravios comparativos. Una persona humilde es valiente, ya que no tiene miedo a equivocarse, pues lo reconocerá y aprenderá de ello, además, sabe criticar constructivamente y recibir críticas, uno de los factores bisagra del relacionarse con éxito y del aprendizaje social. Alguien humilde es sensible con su entorno, le ayuda a entenderlo tal y como es y logra escribir el guión de su propio personaje.

Asimismo, interiorizar la humildad nos hace disfrutar de los éxitos como consecuencia del sacrificio y del esfuerzo y no como derecho intrínseco y adquirido (supuestamente) a través de los mismos. Contrariamente a lo que se pueda intuir, la humildad no trae consigo una falta de autoestima, todo lo contrario, porque al igual que nos enseña a no alardear de los premios, no permite que nos hundamos por nuestros defectos y miedos, es más, nos dota de herramientas para mejorarlos y superarlos.

¿QUÉ RELACIÓN TIENEN LA HUMILDAD Y LA MÚSICA?

equilibrioComo ya he preludiado antes, la música, como disciplina artística, social, teórica y práctica, nos ayuda a hacer pedagogía de la importancia que tiene esta aptitud y actitud humana. Dentro de la música, la cual abarca distintos tipos de colectivos en los que se interactúa con la humildad, he distinguido entre 4 grandes grupos que, entre su membresía, suelen guardar unas mismas experiencias, visiones y relaciones entre música y humildad.

EL PÚBLICO

Entre aquellos individuos que tengan un mínimo de sensibilidad y salvando excepciones, existe un denominador común entre aquellas personas que se exponen a una manifestación musical en cualesquiera de sus formatos; la capacidad de admirar y de valorar una actividad o habilidad ajena. Independientemente de que sean (o no) profesionales los ejecutantes, el público suele valorar, consciente o inconscientemente, el esfuerzo, sacrificio y templanza, entre otras virtudes, que hay detrás de una actuación.

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A veces, puede que encontremos individuos que sean reacios a pensar, y muchos más a exteriorizar, esa valorización de lo ajeno, argumentándose a sí mismos que no tiene tanto valor la actividad o comparando una habilidad o sapiencia propia con lo percibido con el fin de no sentirse “pequeños”, es decir, una mentalidad no humilde. Por otro lado, como norma general y haciendo acopio de la magia de la música, el público genera valor y practica la humildad al exponerse, como ya he comentado anteriormente, a cualquier tipo de  manifestación musical que guarde una mínima calidad e intencionalidad artística.

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MÚSICOS NO PROFESIONALES

Muchos recurren a la música como entretenimiento, vía de expresión artística y creativa, etcétera. En general, las personas llegamos a la música para lo que se suele llamar “autorealizarse”. Desde una perspectiva intrapersonal, debido a las características naturales de la práctica musical y si pretendemos dominar mínimamente habilidades al respecto, es necesario desarrollar aptitudes como la perseverancia, asumir críticas de terceras personas y, por básico que parezca, el esforzarse por algo en general.

Desde un punto vista social e interpersonal, pertenecer e interpretar música en conjunto o en grupo refuerza en gran medida la práctica de actitudinal de la humildad. Esto es debido a que siempre vamos a tener a alguien en nuestro entorno del que aprender y al que enseñar. Por ejemplo, independientemente de ser un gran profesional de prestigio en cualquier campo, podemos tener la experiencia de crecer, directa o indirectamente, con la ayuda de otros socialmente mucho menos valorados, asimismo, los miembros más veteranos de un grupo o aquellos que poseen una dilatada experiencia en la práctica grupal, suelen ser embajadores de esto, ya que premian las conductas humildes y disfrutan, e invitan a disfrutar,  de los beneficios que llevan toda la vida experimentando.  (Más información en:  “CARTA ANÓNIMA DE UN PROFESOR DE ESCUELA DE MÚSICA” Y REFLEXIÓN. )

ESTUDIANTES Y ASPIRANTES A PROFESIONALES DE LA MÚSICA

Cuando se empieza a estudiar música todos somos humildes, todos tenemos uno o varios profesores/as de los que aprendemos y, normalmente, les solemos admirar. Según vamos adquiriendo profesionalidad en nuestras habilidades y si el entorno no lo impide, a veces nuestra humildad entre en crisis, ya que al sentirnos destacar respecto a un grupo determinado podemos no hacer buen uso de nuestra nueva posición. Ante esta situación, familiares, amigos y, sobre todo, los tutores musicales, debemos detectar e intentar hacer ver y sentir las limitaciones que se pueden obtener al alejarse de la humildad en la música y, como refuerzo positivo en los casos que sea necesario, hacer pedagogía de los beneficios que trae consigo a corto y largo plazo, profesional y personalmente, la práctica del valor matriz que estamos abordando.

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Hay que instruir en la humildad, porque un estudiante humilde no se frustra por sus esfuerzos sin recompensa, no tiene miedo a mostrar sus debilidades en público y será aceptado y bien recibido allá donde vaya; aprenderá más, mejor, y más rápido, así la humildad le ayudará a conseguir sus objetivos y a disfrutar y compartir sus presentes y futuros éxitos.

MÚSICOS PROFESIONALES

Dedicarse a la música profesionalmente es una carrera de continuo autoconocimiento y constante autorregulación del propio ego. Para empezar y en el intento de describir a un músico (con mayúsculas) humilde, hay que retomar y subrayar la totalidad del contenido aportado al principio durante la propia definición del valor. A parte, como todos saben, la humildad se premia y el divismo y egocentrismo se castigan, ¿por qué?, porque desde la humildad hacemos crecer a los demás y desde el divismo mostramos grandilocuencia, pero haciendo sentir pequeños, de forma casi intencionada, a los que nos rodean. Todo ello podríamos tacharlo casi de intolerante, ya que es incomprensible e inasumible que sea común en el sector de la música profesional las prácticas prepotentes y arrogantes, en una disciplina tan social, integradora y educativa como es el arte de la música.

Por suerte, grandes músicos del pasado y del presente, provenientes de todas las subdisciplinas, son y serán recordados por ser o haber sido grandes representantes de la humildad y, por lo tanto, de humanismo, siendo este valor uno de los verdaderos y más puros ingredientes de éxito y liderazgo conocidos.

ESCENARIO

No hay cambio de conducta ni actitud sin un pensamiento previo que así lo provoque. En base a ello, espero haberles ayudado a reflexionar y revalorizar todo lo que envuelve y entrelaza a la música, en todas sus facetas, y la humildad, dos elementos con mucho valor y con una cosa muy clara en común: hacer crecer.

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