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LA MÚSICA Y EL BAMBÚ JAPONÉS: NO APTOS PARA IMPACIENTES

Como bien es sabido por todos, si observamos con detenimiento la naturaleza podemos cosechar grandes lecciones de vida. No todo lo que tiene valor en nuestro entorno es tangible para nuestros sentidos ni comida rápida para nuestra insaciable impaciencia, de ahí emana la estrecha relación que une al bambú japonés y a la música.

¿POR QUÉ EL BAMBÚ?

No hay que ser un experto en botánica para saber que de casi todas las semillas, tras unas pocas semanas de plantación y ciertos cuidados específicos, empezará a brotar un tallo.

El caso del bambú japonés es muy especial, pues permanecerá aproximadamente unos 7 años sin que asome por la superficie nuestro futuro árbol. No hay señales de vida. Nuestro esfuerzo por cuidar el bambú puede quedar frustrado si desistimos en su cuidado, necesitándose altas dotes de paciencia y perseverancia durante años.

BAMBU 2

Repentinamente, después de toda la larga espera, de la semilla brotará un tallo que, en tan sólo 6 semanas desde este momento, podrá llegar a alcanzar más de 20 metros de altura. Además de este precoz desarrollo en pocos días, este árbol se convertirá en uno altamente resistente y flexible, doblándose con facilidad, pero siendo tremendamente difícil de partir y tirar abajo.

Entonces, ¿el bambú tarda sólo 6 semanas en crecer? No, para nada, tarda 7 años más 6 semanas. Mientras, durante todo este largo periodo de tiempo, estará creándose de forma no visible un complejo y férreo sistema de raíces que le permitirá, en un futuro, convertirse en esa planta con tan excelentes propiedades de adaptación.

LA MÚSICA Y EL BAMBÚ

La música es una disciplina que, como todo el que lo ha experimentado activa o pasivamente sabe, requiere, al igual que el cultivo del bambú, un profundo desarrollo de virtudes como la perseverancia, la constancia y el sacrificio, lo que les convierte a ambos en “no aptos para impacientes”.

PAZ CHINAEs imprescindible no desistir porque, aunque no se puede acelerar como nos gustase, en el momento que dejemos de cuidar y mimar nuestro cultivo, todo el esfuerzo depositado caerá en saco roto. Será difícil, ya que al igual que no veremos nuestra semilla germinar en años, no sentiremos dominar un instrumento, no entenderemos la música como otros la perciben y nos sentiremos torpes y perdidos en las interpretaciones grupales en las que participemos.

Un buen día, el tallo empezará a emerger con entereza por la superficie, dando sentido al esfuerzo y dedicación de años. Al igual que el bambú se ha pasado tanto tiempo diseñando su sistema de raíces, la música nos ha hecho de crecer internamente: conocimientos, habilidades físicas y cognitivas, espíritu artístico, inteligencia emocional, etcétera.

De la misma manera que este paciente proceso convertirá a este árbol en uno de tales características naturales, cada minuto que hayamos dedicado a cultivar nuestras “semillas musicales” se transformará en frutos de calidad, pudiendo nosotros y nuestro entorno disfrutar de ellos y manifestándose a través de elementos de índole musical y personal.

RAICES

INTERIORIZAR Y TRANSMITIR

Como lo aprende y asume el agricultor mediante el bambú japonés, la música nos hace adquirir y experimentar nuevos valores y aptitudes, siempre y cuando no desistamos y creamos en “aquello que aún no se ve, pero sí está”.

Este proceso de creencia e interiorización es algo para lo que podamos necesitar ayuda. Posiblemente, necesitemos recordar el caso del bambú en aquellos momentos en los que parece que el túnel no tiene salida, todo está muy oscuro y no hay señales de luz, pero no podemos rendirnos porque llegará lo esperado y disfrutaremos ampliamente de ello cuando empiece brotar.

Dicha enseñanza, es muy importante de tener presente en cualquier proceso de formación, madurez u objetivo propuesto, pero más aún (desde mi propia experiencia) en las carreras artísticas y, concretamente, en la música, donde las cosas parece que no crecen, no se desarrollan, no brotan, no se avanza, pero, en verdad y de forma invisible, se está creando un complejo entramado en y sobre nosotros que pronto empezará a dar sus frutos, dibujando una línea de ascenso casi exponencial.

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El papel del docente es muy relevante, ya que éste tiene la obligación de monitorizar que los aprendices están diseñando y forjando sus raíces; sin desesperar, sin querer volar, sin hacer trampas ni tomar atajos que nos empujen al fracaso, entendiendo la filosofía del proceso y ayudando a hacer pedagogía continua del mismo, tanto con los propios alumnos como con, si procede, con los padres de los mismos, poniendo sobre la mesa las características e importancia del mismo.

Asimismo, es también una obligación animar a extrapolar todo lo aprendido e interiorizado en nuestras clases y experiencias con la música (o cultivando bambús), con los demás aspectos de la vida en general; la importancia de la humildad, la virtud de la constancia y perseverancia, el dulce sabor del sacrificio tras alcanzar una meta propuesta, ayudar a entender el entorno a través de nuestras experiencias musicales, etcétera.

Para finalizar y como broche, me gustaría acercarles un texto que escribí hace unos meses en un momento de reflexión, inspiración y escape:

 ¿SACRIFICIO?

Al igual que la energía, que ni se crea ni se destruye, se transforma, ningún sacrificio se desvanece. Cuando creemos que hemos esperado el suficiente tiempo como para obtener resultados, y estos no llegan, necesitaremos otro nuevo sacrificio; la paciencia.

La paciencia es el sacrificio de esperar luchando, de esforzarse por alcanzar un objetivo sin saber cuándo llegará. Si no desistimos, llegará lo esperado, aunque nos daremos cuenta de que lo que deseábamos en un principio, se habrá transformado. Como consecuencia, descubriremos que, aun teniendo lo anhelado, el mayor logro es haber desarrollado la valiosa capacidad de conseguir lo propuesto.

Por encima de todo, entenderemos que el mayor tesoro es olvidar, o dejar de comprender, el significado de la palabra “sacrificio”, ya que realmente es lo que nos ha ayudado a conseguir todo aquello que hoy disfrutamos.

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INTELIGENCIA EMOCIONAL Y MÚSICA: LA EMPATÍA Y LA DIRECCIÓN MUSICAL (PARTE 5/6)

Siguiendo la estela de la serie de seis artículos “INTELIGENCIA EMOCIONAL Y MÚSICA”, esta vez me dispongo a acercaros, de una forma un poco más detallada, y, por supuesto, relacionada con la música, el elemento de la “EMPATÍA”.

Para una lectura más completa y comprensiva, le recomiendo la lectura de las anteriores entradas de esta serie (si es que no lo ha hecho ya).

 

 

¿QUÉ ES LA EMPATÍA?

Esta habilidad proviene del término griego “empatheia” que significa, literalmente,  “sentir dentro” y era considerado por éstos como la capacidad que una persona posee para percibir las experiencias subjetivas de otros. Actualmente, la definimos  como la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Ésta, muestra total independencia frente a la inteligencia académica tradicional y está directamente ligada, a su vez, con la capacidad de la inteligencia interpersonal propuesta por Gardner en su “Teoría de las Inteligencias Múltiples”, permitiéndonos comprender los sentimientos de los demás, sus motivos y preocupaciones sin necesidad de que sea transmitido verbalmente.

Podemos saber cómo se siente una persona si logramos interpretar los mensajes que emanan desde el cuerpo y sin necesidad de formular ni una sola palabra. En verdad, y a diferencia de la mente racional, que necesita de las palabras para comunicarse, las emociones lo hacen, de forma casi exclusiva, de modo no verbal.

En concreto, y según demuestran investigaciones específicas sobre comunicación, respecto al 90% de la información emocional que mandamos y captamos es de naturaleza no verbal (los estudios específicos se muestran en el libro de D. Goleman). Es más, no es frecuente que las personas expresen verbalmente sus emociones, por lo que tienen que manifestarse y reconocerse a través del lenguaje no verbal; tono de voz, gestos y expresiones corporales y faciales, etcétera.

De hecho, incluso antes de mostrar capacidades para el lenguaje verbal, ya somos auténticas esponjas y sintonizadores de empatía, pues los bebés reaccionan y desarrollan ésta desde los primeros meses de vida. La habilidad que desde la más temprana infancia despliegan para controlar sus expresiones faciales les convierte, desde temprana edad, en seres sociales y cognitivos.

 

INFORMACIÓN SOBRE EL LIBRO “INTELIGENCIA EMOCIONAL” (1996) DE D. GOLEMAN

 

PROFUNDIZANDO UN POCO MÁS…

Existen grandes conexiones entre la empatía y el afecto. Muchos investigadores sostienen que en la empatía reside, y de ella depende, nuestra personalidad ética y las raíces de la moral. La faceta primaria que presentamos los humanos nos muestra como seres solidarios, siendo la empatía la principal razón que nos impulsa a ayudar a los demás, pues conecta nuestras emociones con las ajenas y nos permite experimentar sensaciones de peligro  o sufrimiento.

equilibrioLa conexión empática  nos puede llevar a tomar decisiones en las que entren en juego acciones necesitadas de un juicio ético-moral previo, es decir, si presenciamos con un alto grado de empatía cómo una persona requiere ayuda, habrá muchas más posibilidades de hacer algo al respecto que si no percibimos cómo lo puede estar pasando.

(Relacionado con los dos anteriores párrafos, les puede interesar: ÉTICA Y MORAL. ¿QUÉ ENTENDEMOS? ESTRUCTURA, CONTENIDOS Y ACTITUDES.)

Normalmente, las personas que cometen los delitos más execrables (maltratadores, violadores, pederastas, asesinos, etc…), son incapaces de experimentar la empatía y con ella, de forma intrínseca, la incapacidad para percibir el sufrimiento de los demás a los que les afectan sus acciones delictivas. Es más, es en el desarrollo de la empatía donde se centran y fundamentan muchos de los nuevos tratamientos diseñados para la rehabilitación de los delincuentes.

 

EMPATÍA, MÚSICA Y DIRECCIÓN MUSICAL

La gran totalidad de la información emocional que promueve el desarrollo de la empatía se realiza, como en la música, mediante un lenguaje no verbalizado, convirtiendo a esta disciplina artística y necesariamente social en un inmejorable espacio del desarrollo de la misma. En la música, podemos encontrar distintos formatos de mensaje que pueden provocar múltiples procesos de desarrollo de la empatía, puesto que no es lo mismo una interpretación “a solo”, que en la música de cámara (pequeños grupos) o, de forma muy distinta, mediante una gran agrupación sinfónica y precisando de la figura de un director musical.

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Aprovechando mi humilde experiencia personal, voy a centrarme en el ejemplo de cómo la empatía está presente en la música desde el punto de vista de la dirección musical, puesto que ésta es, ante todo, un gran sistema de expresión y reconocimiento de gestos entre aquél que porta la batuta (aunque no necesariamente con ella) y aquellos que la siguen, permitiendo unir las inteligencias y voluntades de un colectivo de músicos en una única; la del director.

El papel del director, de uno bueno o, al menos, de alguien que intente hacer las cosas bien, requiere de una gran cantidad de habilidades de conexión empática, pues él es en encargado de generar un mismo sentimiento o predisposición emocional a toda una agrupación durante el trascurso de una interpretación.

Mediante un complejo sistema de gestos conscientes y estratégicos (técnica de dirección musical), y sumados a toda aquella información no técnica ni verbal que inconscientemente se transmite, el líder portador de la idea musical esboza y hace llegar a los que están detrás del atril aquello que siente, es decir, su forma de entender musical y emocionalmente la obra que capitanea.  De esta forma, la fenomenología musical que se esconde detrás de una idea artística se convierte en un complejo y mágico mecanismo generador de empatía, manifestándose física y gestualmente en la figura del director.

 

LA EMPATÍA NO ACABA EN EL DIRECTOR…

Más allá de las obviadas capacidades emocionales que debe de presentar un director musical, también es imprescindible que los instrumentistas que integran la agrupación tengan desarrolladas las habilidades de interpretación de las emociones, ya que, aunque el guía sea una auténtica “máquina de transmitir”, éstos deben de impregnar con la intencionalidad expresada por el director cada una de sus intervenciones musicales, algo realmente complejo y que se tarda mucho tiempo en conseguir.

auditorio butacas

Cuando la sintonía deseada se consigue, el  “efecto dominó” no cesa, pues cuanto mayor es la sincronización emocional entre director y músicos, mayor será, y de más calidad, el fenómeno de la interpretación musical que, a su vez, calará en el público, haciéndoles sentir desde tristeza, miedo, energía, afecto, hasta, como último ejemplo, angustia.

Asimismo, aunque el ejemplo de la dirección musical ha sido el que más atractivo y potente me ha resultado para ejemplificar la presencia de la empatía en la música, existen otros muchos elementos y disciplinas de la misma que también serían válidos como, por ejemplo, las interpretaciones “a solo”, donde el músico tiene que conectar con los oyentes sin más herramientas que su propia interpretación, la música de cámara, en la que los integrantes deben de auto-sintonizarse emocionalmente sin la ayuda de terceras personas (un director) o, por supuesto, en la pedagogía de la música, donde cada lección debería de rebosar de contenidos, lenguaje y experiencias emocionales.

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(Si va a leer este artículo, aconsejo que lo haga de forma íntegra o, de lo contrario, podrá dar pie a una comprensión incompleta de lo que se intenta expresar y dar a entender)

Seguramente, todos nosotros y no en menos de una ocasión, hemos participado o presenciado  algún tipo de manifestación cultural, artística o religiosa que, visto desde una perspectiva cultural ajena, pueda ser considerado como algo peyorativo, irrespetuoso, ilógico, inmoral o, simplemente, no compartamos bajo ningún concepto por su falta de valor pero, aun así, lo toleramos (o no) en base a una contextualización simbólica y cultural.

etnomusicaEn las disciplinas artísticas, tanto practicadas de forma amateur, como en su ejercicio profesional (sobre todo) y por su propia naturaleza, existe una inclinación propensa a vivir experiencias que nos obliguen a emitir juicios de valoración personal, así como a poner en marcha la maquinaria de la toma de decisiones respecto a esos dictámenes.

Desde el punto de vista de la colectividad, es muy común que desde temprana edad aquellas personas pertenecientes, por ejemplo, a una compañía de teatro, banda de música, charanga o grupo de arte folklórico, viajen cerca, lejos o muy lejos, para compartir o regalar su trabajo a otras tierras distintas a la de origen. Asimismo y desde una perspectiva individual, el grado de intensidad de la inmersión cultural puede llegar a ser abismalmente mayor, ya que bien por las características técnicas y/o como por los conocimientos de un artista, éste puede ser requerido e invitado para colaborar “codo con codo” en un proyecto artístico muy “peculiar” (desde tu juicio cultural personal)  o en el que no tengas absolutamente nada en común con los demás participantes ni el público.

Por todo esto y explicado con “brocha gorda” debido a su tamaña complejidad, aquellas personas que dedican altruista o profesionalmente su tiempo a proyectos artísticos están más expuestas a desarrollar un mayor grado de consciencia respecto a lo que la filosofía y la antropología denominan “relativismo cultural”.

¿QUÉ ES EL RELATIVISMO CULTURAL?

El relativismo cultural es una perspectiva de análisis o punto de vista sobre unos hechos concretos o globales que tienen lugar en el mundo respecto a un sistema cultural determinado. Existen múltiples teorías, subdisciplinas y acepciones al respecto, pero todas ellas tienen un mínimo común divisor; el rechazo de las teorías etnocentristas y de todas aquellas tendentes a la universalización, es decir, pensar que nuestro sistema cultural es el idóneo, existiendo motivos y razones para realizar comparaciones y análisis en base a elementos comunes y semejantes entre sí.

Por otro lado, nos orienta a desviar los pensamientos respecto a la referencia de que nuestra cultura es mejor por sus ideas, costumbres, valores, mecanismos sociales, etcétera. chinos-tocandoTambién nos alerta de que, a pesar de sentirnos especiales y únicos, simplemente hemos sido productos de un proceso de enculturización, a través del cual hemos sido socialmente instruidos para sobrevivir, adaptarnos de la mejor manera posible y ayudar a hacer prevalecer dicho sistema en el que nos ha tocado vivir.  Además, sostiene que, a pesar de que los seres humanos presentamos predisposiciones genéticas y psicológicas comunes en lo que concierne a la consciencia y a la estructura ética, la última palabra la tiene el sistema o código moral prevaleciente en un lugar y momento concreto, siendo y funcionando de manera muy distinta en la práctica totalidad de las diferentes culturas que cohabitan en este planeta.

Realmente, profundizar de forma teórica en la corriente del relativismo cultural es una ardua y áspera tarea, pues al final, todas las propuestas y discusiones acaban en complejísimos temáticas que ahora no abordaremos como pueden ser la globalización, la Declaración Universal de los Derechos Humanos o las distintas teorías evolucionistas, ya que el tema que ahora me preocupa y quiero resaltar no pasa por intentar resolver en unas líneas una de los más complejas temáticas, trayendo verdaderos quebraderos de cabeza a los más brillantes humanistas académicos de las últimas décadas.

Por encima del marco teórico y en base a esta breve introducción, la esencia que, desde mi punto de vista, tiene más valor sobre esta perspectiva es el aprender a valorar y a apreciar que lo distinto no es ni superior ni inferior, sólo es distinto y, “a priori” y contextualizando continuamente, deberíamos tomarlo como tal y hacer acopio del famoso “beneficio de la causalidad”. Con esto que acabo de decir, no estoy excluyendo la posibilidad de que algo culturalmente propio no pueda ser más o menos bueno/malo, debido/indebido o valioso, casos en los que la responsabilidad de juzgar recae sobre cada individuo en última instancia, sino que dicha valoración no debe de ser emitida por el simple hecho de que algo sea producto de nuestra cultura mater,  o eso es lo que sustentan las distintas teorías relativistas como enraizado factor.

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¿QUÉ INFLUENCIA TIENE LA PARTICIPACIÓN EN ACTIVIDADES ARTÍSTICAS SOBRE EL DESARROLLO DEL REALATIVISMO CULTURAL? ¿CÓMO AFECTA A LOS ARTISTAS?

Como ya se ha comentado anteriormente en este artículo, la participación en actividades artísticas, o más aún, si conviertes alguna de las distintas existentes en tu profesión y forma de vida, te hace de exponerte a una serie de experiencias de contacto o inmersión cultural que, en el caso de no practicarlas, nunca llegaríamos a vivenciar.

Para poder entenderlo mejor y realizar una más correcta acotación, voy a dividir mi propuesta sobre el relativismo cultural en dos grandes subniveles:

                -Perspectiva cultural intranacional: Ésta es seguramente a la que antes tenemos o hemos tenido acceso debido a su mayor accesibilidad. Empieza a desarrollarse en el momento que empezamos a tomar contacto con otros practicantes de la cultura, procedentes de distintos pueblos, ciudades o comunidades autónomas, cercanas o muy lejanas, pero todos ellos portadores y representantes de un código de barras muy personalizado llamado “cultura”. Un ejemplo muy claro es el que se produce cuando ingresas (normalmente a temprana edad) en algún centro artístico provincial o nacional y comienzas a tener contacto con estudiantes de distintos rincones o, por otro lado y desde la experiencia personal, cuando te vas a tocar en procesiones una Semana Santa completa en Andalucía con una banda andaluza (y siendo de Toledo), aunque estoy seguro que a cada uno de los lectores se le ocurre un ejemplo distinto en primera persona.

                -Perspectiva cultural internacional: Por suerte y aunque es menos fácil acceder a este subnivel que al anteriormente propuesto, cada vez una mayor número de personas disfrutan de sus beneficios. mundomusicaÉste se desarrolla bien cuando accedemos a alguna experiencia de inmersión cultural en un país extranjero, o bien cuando participamos/trabajamos en proyectos o actividades con personas de una nacionalidad distinta a la nuestra, aunque sea “en casa”. En este apartado es importante hacer hincapié en que, dentro de la pluralidad cultural internacional, es muy distinto el tener contacto con otras culturas occidentales (u occidentalizadas) que el tenerlo con otras que no lo son, pues la ruptura y choque de pensamiento son mucho más contrastantes, ayudándonos a sacar conclusiones mucho más profundas y contribuyendo a un mayor afloramiento del relativismo cultural, tanto sobre temas directamente relacionados con el arte como otros transversales y paralelos.

A pesar de que las disciplinas artísticas puedan premiarnos (por su propia naturaleza social e intercultural), con estar expuestos a este tipo de experiencias (entre otras muchas cosas), no es algo exclusivo ni excluyente, teniendo todos también acceso a otras actividades no artísticas que nos pueden hacer desarrollar dichos beneficios, como puede ser cualquier tipo de actividad deportiva o la participación en proyectos de desarrollo, cooperación o voluntariado.

Desde mi punto de vista, el relativismo cultural en el desarrollo de los trabajos relacionados con las artes escénicas es necesario e inherente, es decir, es una característica indispensable para poder desenvolverte hábilmente en los distintos acometidos, proyectos, entornos o destinos donde te haga llegar tu actividad creativa o interpretativa, y sobre todo en el s. XXI. Asimismo, es inevitable que dicha exposición a otras perspectivas o formas de pensar no erosionen nuestro concepto de realidad y verdad, ya que la plasticidad cultural es una propiedad intrínsecamente humana, sirviéndonos como mecanismo de adaptación y supervivencia, así que, aunque nos resistamos marcará (en mayor o menor medida y dependiendo del individuo) nuestra capacidad de contextualización.

Hablar sobre el relativismo cultural siempre suscita múltiples controversias y opiniones muy contrastadas pero, por encima de todo y del estar a favor o en contra, es muy importante hablar de ello porque nos hace de tomar consciencia al respecto y fomenta el pensamiento crítico y analítico. Hoy en día y en el lugar en el que nos ha tocado vivir, causal o casualmente globalizado, es muy importante hablar, abordar y tomar consciencia respecto a estos parámetros que, aunque no se ven, está.

paz-chinaEstrechamente relacionado con el mundo de las artes y con todo lo anteriormente expuesto, se me viene a la cabeza una expresión que escuche hace años y viene muy al caso: “¿Tú quieres ser músico o quieres vivir en tu casa (o cerca)?” Si extrapolamos la palabra “músico” y la sustituimos por cualesquiera de las profesiones que le puedan ser semejantes, esta pregunta nos recuerda que si decidimos seguir por ese camino profesional, estamos condenados (o premiados) a una vida total o parcialmente nómada, con los correspondientes beneficios o inconvenientes y, por lo tanto a tener que hacer constante uso del relativismo cultural en todas y cada una de nuestros constantes juicios y decisiones.

EL RELATIVISMO NOS AYUDA A ENTENDER SIN NECESIDAD DE COMPARTIR Y DESPIERTA AL HUMANISTA QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO. Y SIN NINGUNA DUDA, LA PRÁCTICA E INMERSIÓN EN PROYECTOS ARTÍSTICOS FOMENTAN SU DESARROLLO E INTERIORIZACIÓN.

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ÉTICA Y MORAL. ¿QUÉ ENTENDEMOS? ESTRUCTURA, CONTENIDOS Y ACTITUDES.

Día a día, solemos emplear y añadir en nuestras conversaciones palabras y conceptos que, en el fondo, no dominamos con exactitud, pudiendo caer en un desafinado uso de los mismos. Un claro ejemplo es el de las palabras “ética” y “moral”, frecuentemente utilizadas, tanto éstas como toda la amplia gama lingüística que emana de las mismas, como sinónimos, adjetivos o adverbios.

En líneas generales, la Ética (también conocida como filosofía moral) es una disciplina filosófica que trata sobre asuntos morales, es decir, aquello concerniente a nuestra conducta, ofreciéndonos una catalogación de ésta como buena o mala (ética aristotélica), debida o indebida (ética kantiana) o más o menos valiosa (ética scheleriana).

La palabra “ética” posee dos raíces etimológicas (ambas griegas):

   êthos: hace referencia a “el lugar” metafórico donde habitan las disposiciones generales y naturales del hombre.

   éthos: carácter o forma de ser (hablando en términos modernos).

aristotelesAmbas fueron traducidas y sintetizadas al término latín “mos” que, más tarde, desembocaría en la palabra “moral”. En dicha traducción prevaleció el sentido de “costumbre” o “hábito”, haciendo referencia a la vida moral de los hombres y tomando, en un principio, la potestad de calificar los actos de éstos como buenos o malos, división muy característica de la ética que el filósofo griego Aristóteles desarrolla en su “Ética a Nicómaco”.

En este contexto, entendemos que la vida moral de una persona se construye mediante la relación circular que existe entre sus actos, sus hábitos o costumbres y su temperamento (disposición natural), tomando dicha relación entre todos estos elementos como un todo indisoluble.

He aquí la importancia de la educación en el proceso de desarrollo de la vida moral de un individuo, ya que es la encargada de tomar nuestra “primera naturaleza”, es decir, nuestras disposiciones temperamentales “de serie”, y moldearla a través de experiencias y sus respectivas consecuencias y conclusiones,  gestando así la llamada “segunda naturaleza” o “personalidad moral”.

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Llegados a este punto podemos tomar la Ética y la Moral como sinónimos, pero en realidad se suele realizar una distinción entre estas dos disciplinas:

   La Ética (con mayúscula) o también llamada “filosofía moral” es la disciplina encargada de realizar el estudio reflexivo y teórico de la vida moral práctica. Ésta observa, analiza y teoriza sobre el funcionamiento, razón de ser y finalidad de los distintos códigos moralistas que regulan y catalogan las acciones humanas, pudiendo ser, por ejemplo, de naturaleza religiosa, ideológica o puramente personalista.

   La moral (con minúscula) es aquella ejercida por las personas preocupadas por reformar y alentar la práctica moral entre humanos (y a veces con la naturaleza también), fomentando los hábitos y comportamientos dentro de una perspectiva o código moralista concreto.

A pesar de esta distinción, el uso y regulación de estas definiciones no es regular entre todos los autores, culturas y  épocas, por lo que es totalmente necesario realizar una contextualización previa antes de abordar o calificar cualquier teoría, conducta o acto concreto.

Ante la gran complejidad y ambigüedad de la temática que presenta la definición y estudio de la moralidad, y con tal de seguir profundizando en su entendimiento, es necesario abordar la misma desde perspectivas y dimensiones distintas:

MORAL COMO ESTRUCTURA

equilibrioNuestra libertad reflexiva y la necesidad de adaptarnos culturalmente al entorno hacen que desarrollemos una personalidad moral concreta, obligándonos a tomar decisiones de forma estructural y a partir de la naturaleza de sus contenidos.  Analizar a ésta de forma estructural significa comparar los elementos de naturaleza moral en contraposición con otras dimensiones o perspectivas, abordándolos dentro de una estructura binaria (bueno y malo, por ejemplo). En este contexto encontramos tres principales estructuras o dicotomías:

    +Moral vs Inmoral: Aunque nos creamos conscientemente libres, estamos determinados a no poder renunciar a llevar a cabo una vida moral, ya que deliberadamente o no, es más bien la libertad de nuestra consciencia y el cálculo de nuestras consecuencias morales lo que nos hace libres. La propia naturaleza moral del hombre como estructura nos obliga a ubicar nuestros actos o hábitos respecto a un “más acá” o un “más allá”. Entorno a este juicio también aflora la virtud innata y constante del “beneficio de la causalidad”, aquél que nos permite calcular el valor y las consecuencias de una manifestación moral dependiendo de la relación de éste con un contexto determinado, ayudándonos e interfiriendo en cuan moral o inmoral es algo desde nuestro punto de vista.

    +Moral vs Amoral: Entendemos por una actitud amoral aquella que permanece exenta de cuestionar si algo se encuentra “más acá” o “más allá”. Una personalidad más ética es considerada como tal conforme a la virtud para elegir respecto a su propia razón y sentido, en cambio, por una personalidad estética entendemos aquella abandonada a la merced del capricho, del impulso y de las corrientes sociales.  Según la antropología, no se han dado estructuras socioculturales donde no hayan existido preferencias de actuación, por lo que el fenómeno de la “amoralidad” es contemplado más bien como un problema psicopatológico, ya que bien a la merced de la propia razón, o bien impulsados por las corrientes sociales, estaremos actuando dentro de un marco que nos permite distinguir entre algún tipo de “más acá” y “más allá”.

    +Moral vs Desmoralizado: “Estar desmoralizado” no es sinónimo de actuar inmoralmente como antítesis de lo ubicado más cerca de la ética. desmoralizadoEsta dicotomía califica lo moralizado frente lo desmoralizado como algo con la capacidad de mantener el suficiente ánimo para afrontar la vida pese a las dificultades que ésta presenta. A priori, esta estructura es paralela e independiente al obrar mejor o peor, pues se puede estar atravesando una etapa de desmoralización y, pese a lo que se puede intuir, estar cosechando unos hábitos o actos cercanos a “lo bueno” o “más acá”, no obstante, presentar una disposición moralizada, con energía, puede ayudar a enfrentarnos a los dilemas de actuación moral que nos podemos encontrar en nuestro día a día.

MORAL COMO CONTENIDO

A partir de la condición estructuralmente moral por la que el ser humano no solo se trata de ajustar a la realidad de cualquier forma, sino con justeza y de una manera preferible (buena, debida o valiosa), surge lo que llamamos la “moral como contenido”, contenidos que normalmente se presentan guiados por un “código moral” o unos “principios morales”

¿Es posible no elegir lo bueno, deseable o más valorado? Según Aristóteles no, no es posible. El equívoco se encuentra en la ambigüedad del término “bueno”, ya que no siempre se utiliza en sentido moral, siendo usado como un concepto utilitarista, es decir, algo es bueno cuando ha cumplido la función que le ha sido encomendada. kantEl contenido está supeditado al acto como herramienta. Kant, en cambio, trascendió la calificación de algo “bueno o malo” y lo separó de algo “provechoso o perjudicial” respecto a una voluntad humana determinada por la razón, tanto práctica como teórica y premiándonos con la confección de sus imperativos hipotéticos (reglas de tres) y categóricos (principios universales)

Dependiendo de su contenido, podemos distinguir entre dos tipos de éticas:

   +Éticas materiales-¿Qué hacer?: Un claro ejemplo sería el de los códigos morales, pues prescriben y regulan de modo bastante concreto y detallado el contenido de nuestros comportamientos.

   +Éticas formales-¿Cómo hacerlo?: La ética sin códigos, basada en principios y donde destaca el papel de la ética kantiana, puramente formal y vacía de contenidos. Kant se preocupó más sobre los requisitos que debía de cumplir una acción moral por encima de definir una conducta como tal.  “Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en una ley universal”. Estas palabras traídas del filósofo I. Kant son un claro ejemplo de su concepto de imperativo categórico y de su ética formal.

 MORAL COMO ACTITUD

Para hablar de la moral como actitud hemos de hablar del protagonismo de la consciencia ya que, a pesar de estar expuesta a múltiples condicionamientos, sólo los individuos pueden presentar una actitud moral si se responsabilizan de sus acciones.

La consciencia ha de ser abierta al diálogo, a la interrogación y a ser advertida de sus dobleces y autoengaños, pues ésta es la línea irrebasable de la moral, conscienciahaciendo que el individuo sea el único protagonista y responsable de las consecuencias de sus actos. El individualismo ético proviene de la sociabilización, ya que la identidad moral como actitud se construye en base a las identificaciones y relaciones que se producen con el entorno, no obstante y a pesar de que la moral se ejerce de forma individual, no existe una actitud realmente ética individual que no tenga en cuenta una ética social e interpersonal.

Por otro lado y centrado en la moral como actitud ejercida desde la política, Max Weber contrapone la “ética de la responsabilidad” a la “ética de la intención” (también conocida como la “ética de la convicción”):

   +Ética de la intención o convicción: Ligada a la ética kantiana y en la que los resultados son independientes de la acción. Está basada en una actitud moral de principios, inviolables independientemente de los fines o consecuencias. No hay nada que pueda ser bueno sin restricciones más allá de una buena voluntad.

   +Ética de la responsabilidad: Aquella que presenta una actitud atenta a las consecuencias (deseadas o no) directas y colaterales previsibles a una acción. Ésta esconde la llamada “ética del éxito”, una actitud resultadista que, en teoría, acaba con cualquier ética al ser proclive a vulnerar unos principios éticos con tal de perseguir unos objetivos concretos o eludir una serie de problemas o consecuencias negativas.

Por encima de las teorías, definiciones y desde mi punto de vista, lo más importante de instruirse, consumir contenidos y de reflexionar acerca de la Ética y la moralidad es el inevitable juicio que se produce al entrar en contacto ( y posible conflicto) toda esta información con nuestro propio autoconocimiento. mts4Es absolutamente necesario el papel del estudio de las conductas y valores humanos en el proceso de la educación, pues no existe otra forma de ser conscientes de nuestra propia personalidad moral si no hay nada que constantemente esté (mínimamente) haciéndonos reflexionar sobre ello. Haciendo referencia a uno de los párrafos anteriores, me gustaría añadir que nuestra “segunda naturaleza” no acaba nunca, está en constante evolución, siempre está moldeándose y es muy importante hacer especial incapié en aquello que, como he dicho en anteriores ocasiones, convirtió al “homo” en “sapiens”.

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Eduardo Sánchez-Escribano García de la Rosa

Bibliografía utilizada para el presente artículo:
“La aventura de la moralidad: paradigmas, fronteras y problemas de la ética” (Carlos Gómez, Javier Muguerza)
“Ética a Nicómaco” (Aristóteles)
“Fundamentación para una metafísica de las costumbres”, “Crítica a la razón práctica” y “Crítica a la razón pura” (Immanuel Kant)
“El formalismo en la ética y la ética material de los valores” (Max Schler)

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