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DECÁLOGO DEL LIDERAZGO EFICAZ PARA DIRECTORES DE BANDA DE MÚSICA

Artículo original: abril 2018

Revisión: enero 2022

Como ya vimos en “BATUTAS 2.0: LOS 15 SUBPERFILES DE UN DIRECTOR MUSICAL”, dirigir una agrupación va mucho más allá de lo meramente musical.

En esta ocasión, vengo a acercaros la interesante temática del liderazgo y su influencia en el sector de las agrupaciones musicales. Lo abordaremos, tanto desde la perspectiva teórica, de observación y reflexión, como desde la propia experiencia (pasiva y activa).

DIRIGIR VS LIDERAR

En este sector, el concepto de dirección puede que no solo esté ligado a lo estrictamente artístico y musical, sino también a otras tareas no musicales más propias de la gestión o administración de equipos u organizaciones.

De forma paralela a la labor como director musical, puede que se trabaje con juntas directivas de asociaciones sin ánimo de lucro, administraciones públicas o, con suerte, se estará asesorado por personal profesional de la gestión.

Por otro lado, el concepto de director también ha sido tradicionalmente relacionado con una figura de autoridad; alguien que ostenta un cargo en una organización con un reconocimiento oficial y basa su influencia interpersonal en directrices a terceros de los que espera obediencia incondicional.

Dicha concepción, a menudo, ha sido ejercida por gran cantidad de músicos directores que, bien reproducen un modelo que aprendieron y utilizan como ejemplo, o bien se han ido transformando en lo profesional y lo personal hasta llegar a la comodidad que, si los de su entorno lo permiten, confiere la autoridad y la posición en la parte alta de la jerarquía.

Contrastando con las características que puede presentar el perfil de un director, encontramos las que definen a la figura del líder, alguien que, principalmente, se basa en guiar a otras personas, mostrarles el camino. Aquel capaz de influir en su entorno sin necesidad del “ordeno y mando”.

Más allá de lo musical, las principales diferencias entre un director y un líder son:

                        DIRECTOR

LÍDER

Es competente y se centra en cumplir sus funciones correctamente.

No se conforma con cumplir; inspira e ilumina a los de su entorno.

Su autoridad dentro de una organización se basa en aspectos formales y oficiales.

Su autoridad en un entorno u organización no se basa en aspectos formales ni es obligatoriamente oficial.

Toma decisiones de forma estrictamente racional.

Toma decisiones de forma racional y emocional.

Es técnico y resuelve problemas siguiendo pautas tradicionales y estereotipadas.

Es original y resuelve problemas de forma creativa.

Verticalidad: actúa centrado en el ahora.

Horizontalidad: actúa y prevé pensando en el futuro.

En el trabajo son estrictamente profesionales y no muestran su personalidad.

En el trabajo son profesionales, pero se abren y dejan conocer como personas.

Dirige y organiza.

Coordina y guía.

Aunque un director musical es, obviamente, mucho más que algunas de las características expuestas en la tabla anterior, se pueden captar factores esenciales que nos ayuden a determinar las diferencias entre uno basado en el modelo directivo y otro basado en el modelo de liderazgo. También, es cierto que se puede ser director y no tener liderazgo o, por lo contrario, poseer liderazgo en un entorno concreto en el que no se ostente ningún cargo directivo. Sin embargo, lo ideal es que en una misma persona recaigan y desarrolle ambos roles, pudiendo así ejercer con el mayor grado de satisfacción la función o cargo directivo encomendados; un auténtico líder.

Liderazgo y dirección no siempre recaen en la misma persona.

EL LIDERAZGO Y LA DIRECCIÓN MUSICAL

Llegados a este punto, y puestos a hablar del papel del liderazgo y su influencia dentro de la dirección musical, es muy importante discernir entre dos grandes grupos.

Por un lado, los directores que ejercen en agrupaciones profesionales (compuestas por músicos que obtienen una remuneración que, a su vez, es su principal medio de vida) y, por otro lado, los que dirigen agrupaciones no profesionales e independientemente del nivel musical que sus integrantes presenten.

Dentro de una agrupación profesional, llámalo orquesta, banda sinfónica, coro u otro tipo de conjunto, existe un denominador común y que no se puede obviar: el dinero, recompensa percibida por prestar servicios profesionales a dicha organización. En estos casos, se podría determinar que un director musical es aquel encargado de establecer un criterio artístico que aúne el trabajo y voluntad de todos los músicos que intervienen en una idea y/o producto musical, satisfaciendo, a su vez, las expectativas de las instituciones o empresas que lo gestionan y, cómo no, las exigencias del público.

Para desempeñar dicha labor, lo más importante es tener grandes dotes técnicas y teóricas en cuanto a la dirección musical, así como un gran criterio y experiencia artística. Tanto el factor social, como emocional, esenciales para ejercer un liderazgo efectivo y transformacional, son muy a tener en cuenta en un entorno laboral, pero en un ambiente estrictamente profesional, por su propia naturaleza, un director se puede permitir el lujo de imponer unas directrices más cercanas al modelo autoritario.

En este caso, aunque los músicos intérpretes no vean en “el de la batuta” un líder al que seguir, creer y en el que confiar plenamente, bien como persona o como profesional, e independientemente de su grado de motivación, estos salvarán muy dignamente sus papales por su propia reputación, amor propio y respeto a la música. Las partituras (digamos que) “sonarán” siempre que lo tengan que hacer y siempre estarán todos los músicos (empleados) detrás de su atril cuando se disponga de ellos. Sea como fuere, no es un tema en el que voy a profundizar porque, a día de hoy, nunca he dirigido una agrupación musical profesional.

En cambio, todo esto es muy, muy distinto cuando te subes a la tarima de una agrupación no profesional, en la que sus componentes lo son por mera pasión a practicar este arte, gobernando el desinterés económico (a veces hasta pagan). En estos casos, ejercer un liderazgo efectivo no es una opción para el director de la misma, sino una necesidad siempre y cuando se desee y quiera el más próspero futuro y buen funcionamiento, tanto para la agrupación, como para sus propios integrantes.

En este contexto, aprovechando mi experiencia como director de banda, intérprete y colaborador bandas y orquestas profesionales, así como de otras muchas que no lo son, añadido a mi reciente interés e indagación en la temática del liderazgo, he redactado lo que he bautizado como: “Decálogo del liderazgo eficaz para directores de bandas de música”.

DECÁLOGO DEL LIDERAZGO EFICAZ PARA DIRECTORES DE BANDA DE MÚSICA

1) Repite conmigo: “la banda no es del director”

La banda es de lo músicos; un patrimonio social, cultural y educativo que, por lo contrario de los directores, no va y viene, perdura y se consolida en el tiempo gracias principalmente a sus músicos. Por ello, un director no puede permitir que el funcionamiento y supervivencia de las bandas recaiga exclusivamente sobre él y hay que trabajar para trasmitir el sentido de responsabilidad y pertenencia de los músicos a las mismas. No obstante, el director debe argumentar sus actos y decisiones; transmitir confianza, guiar a través de sus conocimientos y experiencia a los músicos, haciéndoles sentir que, el camino escogido en cada ocasión, es el correcto.

2) Exige y tolera a partes iguales

Un director musical ha de ser una persona que exija la mejor versión, tanto de cada uno individualmente, como del conjunto, intentando exprimir y sacar lo mejor de cada componente a base de motivación, espíritu de superación y compromiso colectivo. En contraste, también es imprescindible aprender a tolerar errores, tanto musicales como, por supuesto, personales.

3) Actualiza constantemente tus conocimientos y destrezas

Para liderar hay que ser un referente ante aquellos que coordinas, por lo que es imprescindible ser ambicioso en cuanto a mantenerse actualizado y a la adquisición de nuevas destrezas y conocimientos, sobre todo musicales, pero es recomendable no cerrarse a otros campos. Si se espera y desea que los miembros evolucionen, es necesario que un líder evolucione con ellos de forma paralela y continuada.

4) Sé creativo e innovador

Proponer soluciones típicas para problemas tradicionales, a veces, no es una opción. Hay que intentar resolver los conflictos desde la creatividad, aunque sin obviar el peso de la experiencia. Además, no hay que dejarse llevar por la inercia cultural del sector, intentando realizar propuestas innovadoras y nuevos proyectos que den respuesta a necesidades surgidas en un entorno en constante cambio y evolución.

5) Sé consciente del coste de oportunidad a la hora de planificar actividades

Hay que tener en cuenta un principio muy necesario; por parte de los músicos, quienes (recordemos) no reciben ninguna gratificación económica que les obligue a ello,  asistir a un ensayo o actuación es, principalmente, cuestión de prioridades. En el momento que los componentes tengan otra prioridad, llámalo familia, amigos, trabajo, ocio o descanso, puede que se desvinculen total o parcialmente de la agrupación. De tal forma, es muy importante intentar conseguir que, cada vez que la agrupación se reúna, los músicos no se arrepientan de haber invertido dicho tiempo en esa prioridad, de lo contrario, estarán más cerca de alejar la música de su lista de prioridades. Es decir, hay que tener en cuenta el “coste de oportunidad” de participar en las actividades programadas. Cada colectivo es distinto, compuesto, a su vez, por personas de perfiles muy heterogéneos, por lo que convertir cada ensayo o actuación en una prioridad es algo que sólo pueden conseguir aquellos que conozcan y sepan analizar cada entorno en concreto.

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6) Convierte la banda en una comunidad de aprendizaje

Si por algo se caracterizan las bandas de música es por la diversidad de perfiles que en ella interactúan y la riqueza socio-cultural que esta trae consigo. Ante todo, estas agrupaciones constituyen un gran patrimonio educativo en el que todos pueden tener algo que aprender y algo que enseñar, tanto en materias meramente musicales, como en otras que no, y no se enseñan de forma explícita. Tanto absorber cultura y conocimiento, como transmitir experiencias, son necesidades y ambiciones humanas que un buen líder musical tiene que intentar conectar entre los distintos miembros de un colectivo. Contemplar y participar en cómo se crea y consolida una comunidad artística de aprendizaje en el seno de la misma produce una inmensa satisfacción personal.

7) Los miembros, antes que músicos, son personas

Un líder se preocupa en conocer quién hay detrás de cada instrumento, y no de forma fría y estratégica, sino porque realmente siente la necesidad de conectar con las personas con las que trabaja y coordina. La música no es algo meramente racional, las emociones y la conexión sensorial entre director y músicos es algo que hay que trabajar y conseguir. Tratando a los músicos como simples piezas técnicas e impersonales de un engranaje será muy difícil alcanzar de forma colectiva la parte más emocional y artística de la música, imprescindible para su disfrute y real compresión.

8) Delega, invita a participar y deja opinar

Antes que un conjunto musical, una banda es una entidad social con su propia personalidad. Dicha personalidad, se construye desde la colectividad y no desde la unilateralidad (director), siendo necesario escuchar y tener en cuenta las opiniones de cada uno de los componentes, promoviendo la cultura de la participación y delegando responsabilidades en aquellos que deseen, voluntariamente, formar parte de una manera más activa.

9) Actúa respecto a tus valores y vigila tu integridad personal

Un líder destaca por su empatía, sus capacidades para comunicar y transmitir, honestidad, tolerancia, gestión del estrés, es resolutivo en conflictos que puedan surgir, sabe identificar prioridades y toma decisiones de forma racional, emocional y desde el interés común. Ante todo, ha de destacar por su humildad, pero no desde el concepto generalizado de esta, ya que puede dar a la confusión (os invito a reflexionar sobre el concepto de humildad en este contexto). Además, se deberá poner especial atención a un aspecto tan relevante como es la inteligencia emocional.

[ARTÍCULO RECOMENDADO: LA HUMILDAD COMO VALOR TRANSVERSAL EN LA MÚSICA]

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10) Ama y respeta la música y la cultura

Cómo no, un buen líder musical destaca por ser un incondicional apasionado de este arte. A pesar de que reciba una remuneración por ello, disfruta con su trabajo más allá de una simple obligación laboral, transmitiendo la música y sus valores de una forma inagotable y siempre gozando al ver a los demás crecer a través de la misma. Entiende la música y el papel que juega en cada persona, poseyendo herramientas de todo tipo para ayudar a los demás a adentrarse y profundizar en la misma. Sabe que es un imprescindible embajador y agente cultural para su entorno de influencia, pues, la práctica totalidad de las personas con las que trabaja, no tendrá contacto ni muy posiblemente practicará ninguna otra disciplina artística.

[ARTÍCULO RECOMENDADO: ES UN PÁJARO, UN AVIÓN.. ¡NO! ES UNA BANDA DE MÚSICA]

Dirigir una banda u otra agrupación de similares características, puede ser muy gratificante y, a su vez, muy sacrificado. Entender, analizar y reflexionar sobre los principios del liderazgo adaptado a este sector puede hacernos mejorar, disfrutar y hacer mejor nuestro trabajo pero, sobre todo, puede ayudar a los que la integran a convertir su pertenencia, o paso por las mismas, en una gran oportunidad de aprendizaje y desarrollo personal, y no sólo en lo musical.

En algunas ocasiones, liderar puede contemplarse e identificarse como un acto estratégico, manipulador y repleto de frialdad organizativa, pero es todo lo contrario, puesto que el principal requisito para liderar es creer en la gente, confiar en ellos, desear lo mejor a nuestro entorno y, sin obviar lo racional, dejarnos guiar y mostrar el camino desde lo más desnudo de nuestra personalidad; nuestras emociones.

Para finalizar, me gustaría añadir unos párrafos que redacté allá por finales de 2017 y al que titulé: “El liderazgo también suena”.

“Hace ya unos cuantos años, cuando estaba inmerso íntegramente en el estudio de mi instrumento, solía colaborar como tubista en bandas y otras agrupaciones en las que se realizaban cursos de dirección. Entonces, ya escuchaba aquello de “la batuta suena” (o no) y yo sabía que eso era verdad, pues lo había experimentado, aunque de forma pasiva y como intérprete, en innumerables ocasiones y en distintas graduaciones.

Años después, el destino me puso una batuta en la mano y empecé a interesarme de forma activa y en mayor profundidad por la dirección musical. Aunque me quede muchísimo (mucho) por aprender como director, ya entiendo y he experimentado a la perfección aquello de la “batuta suena” y que, como cualquier instrumento musical, requiere técnica, disciplina, constancia, humildad y pasión en su ejecución.

Si aquello de que la batuta, un “palo” más o menos largo, más o menos pesado, más o menos caro, oscura o clara, es capaz de sonar por sí misma, mucho más abstracto resulta pensar que cualidades y valores personales, humanos e intangibles como el liderazgo, la confianza, la complicidad, la amistad o la simple sinceridad de una mirada entre dos personas es capaz de influir en el sonido tanto, o más, como cualquier otro recurso técnico imprescindible.

Desde luego, son perspectivas que, única y exclusivamente, pueden aprenderse desde la experiencia, además, son de aquellas cosas que solo pueden verse si realmente lo quieres ver y crees en ello.

Partiendo de esto, nunca dejaré de ser ambicioso y constante en mi formación musical, porque me encanta, porque es mi vida y así lo decidí. No obstante, tampoco dejaré de cosechar mi desarrollo personal, mis valores, de esforzarme por entender a las personas y todo aquello que me rodea, no pararé de preguntarme cuál es mi hueco en el mundo y cómo puedo ayudar a otras personas a ser más felices con las herramientas que dispongo mientras que cosecho mi propio jardín. Todo eso, también suena.”

Como en todo lo que suelo escribir, me gustaría contar con vuestra participación, opinión y crítica (constructiva, a ser posible). Dicho tema puede suscitar un debate muy enriquecedor en el que todo tipo de perspectivas y experiencias puede ayudar a que, muchos de los que nos dedicamos a este bello sector, tengamos más herramientas personales y profesionales con tal de seguir incrementando el valor de este gran patrimonio cultural, social y educativo que poseemos en España: las bandas de música.

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INTELIGENCIA EMOCIONAL Y MÚSICA: LA EMPATÍA Y LA DIRECCIÓN MUSICAL (PARTE 5/6)

Siguiendo la estela de la serie de seis artículos “INTELIGENCIA EMOCIONAL Y MÚSICA”, esta vez me dispongo a acercaros, de una forma un poco más detallada, y, por supuesto, relacionada con la música, el elemento de la “EMPATÍA”.

Para una lectura más completa y comprensiva, le recomiendo la lectura de las anteriores entradas de esta serie (si es que no lo ha hecho ya).

 

 

¿QUÉ ES LA EMPATÍA?

Esta habilidad proviene del término griego “empatheia” que significa, literalmente,  “sentir dentro” y era considerado por éstos como la capacidad que una persona posee para percibir las experiencias subjetivas de otros. Actualmente, la definimos  como la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Ésta, muestra total independencia frente a la inteligencia académica tradicional y está directamente ligada, a su vez, con la capacidad de la inteligencia interpersonal propuesta por Gardner en su “Teoría de las Inteligencias Múltiples”, permitiéndonos comprender los sentimientos de los demás, sus motivos y preocupaciones sin necesidad de que sea transmitido verbalmente.

Podemos saber cómo se siente una persona si logramos interpretar los mensajes que emanan desde el cuerpo y sin necesidad de formular ni una sola palabra. En verdad, y a diferencia de la mente racional, que necesita de las palabras para comunicarse, las emociones lo hacen, de forma casi exclusiva, de modo no verbal.

En concreto, y según demuestran investigaciones específicas sobre comunicación, respecto al 90% de la información emocional que mandamos y captamos es de naturaleza no verbal (los estudios específicos se muestran en el libro de D. Goleman). Es más, no es frecuente que las personas expresen verbalmente sus emociones, por lo que tienen que manifestarse y reconocerse a través del lenguaje no verbal; tono de voz, gestos y expresiones corporales y faciales, etcétera.

De hecho, incluso antes de mostrar capacidades para el lenguaje verbal, ya somos auténticas esponjas y sintonizadores de empatía, pues los bebés reaccionan y desarrollan ésta desde los primeros meses de vida. La habilidad que desde la más temprana infancia despliegan para controlar sus expresiones faciales les convierte, desde temprana edad, en seres sociales y cognitivos.

 

INFORMACIÓN SOBRE EL LIBRO “INTELIGENCIA EMOCIONAL” (1996) DE D. GOLEMAN

 

PROFUNDIZANDO UN POCO MÁS…

Existen grandes conexiones entre la empatía y el afecto. Muchos investigadores sostienen que en la empatía reside, y de ella depende, nuestra personalidad ética y las raíces de la moral. La faceta primaria que presentamos los humanos nos muestra como seres solidarios, siendo la empatía la principal razón que nos impulsa a ayudar a los demás, pues conecta nuestras emociones con las ajenas y nos permite experimentar sensaciones de peligro  o sufrimiento.

equilibrioLa conexión empática  nos puede llevar a tomar decisiones en las que entren en juego acciones necesitadas de un juicio ético-moral previo, es decir, si presenciamos con un alto grado de empatía cómo una persona requiere ayuda, habrá muchas más posibilidades de hacer algo al respecto que si no percibimos cómo lo puede estar pasando.

(Relacionado con los dos anteriores párrafos, les puede interesar: ÉTICA Y MORAL. ¿QUÉ ENTENDEMOS? ESTRUCTURA, CONTENIDOS Y ACTITUDES.)

Normalmente, las personas que cometen los delitos más execrables (maltratadores, violadores, pederastas, asesinos, etc…), son incapaces de experimentar la empatía y con ella, de forma intrínseca, la incapacidad para percibir el sufrimiento de los demás a los que les afectan sus acciones delictivas. Es más, es en el desarrollo de la empatía donde se centran y fundamentan muchos de los nuevos tratamientos diseñados para la rehabilitación de los delincuentes.

 

EMPATÍA, MÚSICA Y DIRECCIÓN MUSICAL

La gran totalidad de la información emocional que promueve el desarrollo de la empatía se realiza, como en la música, mediante un lenguaje no verbalizado, convirtiendo a esta disciplina artística y necesariamente social en un inmejorable espacio del desarrollo de la misma. En la música, podemos encontrar distintos formatos de mensaje que pueden provocar múltiples procesos de desarrollo de la empatía, puesto que no es lo mismo una interpretación “a solo”, que en la música de cámara (pequeños grupos) o, de forma muy distinta, mediante una gran agrupación sinfónica y precisando de la figura de un director musical.

DIRECTOR 2

Aprovechando mi humilde experiencia personal, voy a centrarme en el ejemplo de cómo la empatía está presente en la música desde el punto de vista de la dirección musical, puesto que ésta es, ante todo, un gran sistema de expresión y reconocimiento de gestos entre aquél que porta la batuta (aunque no necesariamente con ella) y aquellos que la siguen, permitiendo unir las inteligencias y voluntades de un colectivo de músicos en una única; la del director.

El papel del director, de uno bueno o, al menos, de alguien que intente hacer las cosas bien, requiere de una gran cantidad de habilidades de conexión empática, pues él es en encargado de generar un mismo sentimiento o predisposición emocional a toda una agrupación durante el trascurso de una interpretación.

Mediante un complejo sistema de gestos conscientes y estratégicos (técnica de dirección musical), y sumados a toda aquella información no técnica ni verbal que inconscientemente se transmite, el líder portador de la idea musical esboza y hace llegar a los que están detrás del atril aquello que siente, es decir, su forma de entender musical y emocionalmente la obra que capitanea.  De esta forma, la fenomenología musical que se esconde detrás de una idea artística se convierte en un complejo y mágico mecanismo generador de empatía, manifestándose física y gestualmente en la figura del director.

 

LA EMPATÍA NO ACABA EN EL DIRECTOR…

Más allá de las obviadas capacidades emocionales que debe de presentar un director musical, también es imprescindible que los instrumentistas que integran la agrupación tengan desarrolladas las habilidades de interpretación de las emociones, ya que, aunque el guía sea una auténtica “máquina de transmitir”, éstos deben de impregnar con la intencionalidad expresada por el director cada una de sus intervenciones musicales, algo realmente complejo y que se tarda mucho tiempo en conseguir.

auditorio butacas

Cuando la sintonía deseada se consigue, el  “efecto dominó” no cesa, pues cuanto mayor es la sincronización emocional entre director y músicos, mayor será, y de más calidad, el fenómeno de la interpretación musical que, a su vez, calará en el público, haciéndoles sentir desde tristeza, miedo, energía, afecto, hasta, como último ejemplo, angustia.

Asimismo, aunque el ejemplo de la dirección musical ha sido el que más atractivo y potente me ha resultado para ejemplificar la presencia de la empatía en la música, existen otros muchos elementos y disciplinas de la misma que también serían válidos como, por ejemplo, las interpretaciones “a solo”, donde el músico tiene que conectar con los oyentes sin más herramientas que su propia interpretación, la música de cámara, en la que los integrantes deben de auto-sintonizarse emocionalmente sin la ayuda de terceras personas (un director) o, por supuesto, en la pedagogía de la música, donde cada lección debería de rebosar de contenidos, lenguaje y experiencias emocionales.

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BATUTAS 2.0 – LOS 15 SUBPERFILES DE UN DIRECTOR MUSICAL

…imaginemos a un “director de orquesta”: está subido en una gran tarima que, a su vez, se encuentra presidiendo el escenario de un impresionante auditorio. Viste un elegante chaqué y frunce el ceño frente a una gran agrupación sinfónica, la cual presta atención a cada movimiento y detalle, éste parece estar a punto de marcar una enérgica anacrusa…

Sí, seguramente así se imaginarán muchos de ustedes a la figura del director de orquesta y, en el fondo, no se equivocan, pues coincide con la viñeta con la que se supone que, la gran mayoría de los que aspiran a dedicarse a esta profesión, sueña dibujar y protagonizar. En verdad, la realidad es otra. Muchos de estos profesionales  de la dirección musical, o aspirantes a ello, desarrollan su labor artística en el “sector no lucrativo”, es decir, como se conoce al sector jurídicos sin ánimo de lucro (asociaciones músico-culturales, ensembles y agrupaciones de todo tipo), bandas municipales no profesionales, dirección de grupos de todo tipo en centro de enseñanza, coros y un largo etcétera.

Este tipo de trabajos y quehaceres requiere, más allá de la batuta, diversos “subperfiles” que, para poder realizar con éxito las tareas deseadas y encomendadas, pueden ser necesarios de dominar o, al menos, valorar, prestar atención o tener unos conocimientos y habilidades básicas al respecto. Por ello, no estoy argumentando que el no tener competencias sobre absolutamente todos  sea excluyente, pero, lo que sí está claro, es que abordando muchas de las siguientes facetas propuestas podemos mejorar enormemente nuestro perfil profesional y ampliar las posibilidades de obtener una oportunidad y/o empleo en el mundo de la dirección artística y musical.

1-PEDAGOGO-DOCENTE: Es absolutamente necesario tener conocimientos y habilidades para transmitir ideas, conceptos, ayudar a interiorizar buenos hábitos musicales, tanto individualmente como en grupo. El control de las diversas teorías del aprendizaje, metodologías y poseer una amplia gama de recursos pedagógicos y materiales didácticos, facilita el desarrollo de las agrupaciones musicales que tengas a la disposición de tu batuta.

2-LUTHIER: Los instrumentos, como objetos complejos que son, poseen frágiles mecanismos que, con frecuencia, sufren daños y averías. Como la gran mayoría de los integrantes no suelen ser profesionales, normalmente no poseen recursos, herramientas ni conocimientos para aplicar los adecuados hábitos de mantenimiento que requieren los instrumentos. Por ello es necesario aconsejar y vigilar que se lleven a cabo estas buenas prácticas, además, en muchas ocasiones podemos ayudar a reparar alguna avería y ahorrar a nuestros músicos el gasto de la reparación, sumándole también el tiempo que no podrán acceder a tocar por falta la falta del instrumento.

3-ARCHIVERO-BIBLIOTECA MUSICAL: Partituras en papel, archivos digitales, grabaciones, otros documentos musicales, etc… Si se quiere tener un orden de todo ellos es necesario tener ciertos criterios de catalogación, herramientas de mantenimiento y los más importante, saber dónde buscar, encontrar y conseguir nuevos y adecuados materiales para seguir ampliando la biblioteca de tu archivo musical.

4-GESTOR CULTURAL: Este subperfil acoge una gran diversidad de funciones y tareas. En el ámbito de la dirección musical es muy necesario tener, al menos, conciencia de las labores y de la importancia de un gestor musical en un proyecto artístico, profesional o no. Interpretar, identificar y satisfacer las necesidades que puede abordar una comunidad artística en un contexto determinado es necesario aprovechar eficientemente los recursos disponibles. Proponer, producir y llevar a cabo ideas y proyectos artísticos de todo tipo, además de cooperar con otras entidades culturales, es una de las habilidades vitales que debe abordar un director musical. No olvidemos tampoco lo importante que puede llegar a ser hacer pedagogía de “la experiencia”.

5-COACHING Y LIDERAZGO: No olvidemos que detrás de una batuta hay, ante todo, alguien que coordina una idea común para un gran grupo, alguien que lleva las riendas, alguien que lidera. El liderazgo genera constantemente más responsabilidades que derechos, algo que continuamente hay recordarse y viene muy bien tener información, asesoramiento y leer contenidos especializados en la materia. Asimismo, es muy importante conocer y practicar técnicas y teorías de motivación grupal, ya que, ante todo, se está al frente de un equipo y no solo de músicos, sino también de profesores, voluntarios  y demás personal técnico que puede estar a nuestro cargo.

6-MUSICÓLOGO: Detrás de una programación musical o unas simples notas al programa, entre otras funciones, hay tareas explícitas de investigación y ligadas directamente con las competencias de la historia y ciencias de la música. Esta subdisciplina y los conocimientos que trae consigo te vendrán muy bien, sobre todo para dar calidad y valor a todos los conciertos y actividades que lleven a cabo en la agrupación.

7-ARREGLISTA Y COMPOSITOR: No siempre se dispone del material idóneo y completo que se requiere. Por ello, en muchas ocasiones, hay que estar reinstrumentando partituras, completando el material por diversos motivos y, como algo común, estar adaptando alguna composición musical o tema a la plantilla determinada de la que se disponga en cada momento. Por otro lado, estrenar arreglos o composiciones del propio director suele ser una actividad que dota de un gran valor artístico al proyecto en sí, además, resulta una fuente de motivación extraordinaria para los componentes.

8-RELACIONES PÚBLICAS Y LABORALES: Como representante de una agrupación dinámica que se pretende ser, hay que tener al día la agenda; contactos, eventos profesionales, colaboraciones, etc… Aquello que hoy en día viene a llamarse “networking”. Todo ello depende de las habilidades sociales y el posicionamiento profesional de aquél que se encargue  de ello, cayendo dicha responsabilidad, directa o indirectamente, sobre el director musical. De ello dependerá, en gran medida, el número y la calidad de las actuaciones, calendario y agenda de eventos de la agrupación a la que se representa.

9-COMMUNITY MANAGER: Las tecnologías y las redes sociales son ya una parte esencial de nuestro día a día. Todas las instituciones de cualquier tipo usan éstas para difundir sus actividades y crear una imagen corporativa en las redes. Poseer competencias en el campo del “community managment” ampliará abismalmente  la difusión de nuestro proyecto y permitirá crear, utilizando buenas herramientas y estrategias de contenido y comunicación, una imagen y marca personal adecuada a nuestras necesidades. El saber dar un uso profesional a Facebook, Twitter, Linkedln y Youtube, entre otras, es una de las necesidades más obvias, por su naturaleza y en los tiempos que corren, del sector musical en la actualidad.

10-DISEÑADOR Y CREATIVO GRÁFICO: Manejar ciertos programas o herramientas virtuales de diseño y maquetación gráfica pueden sernos de gran ayuda a la hora de crear contenidos, carteles, acreditaciones o cualquier tipo de documento o imagen digital que necesitemos crear y no se encuentre ya en las redes. No olvidemos que la calidad de las imágenes y logos se asocia directamente con la calidad de los contenidos.

11-PSICÓLOGO: Muchas veces y de forma totalmente inconsciente, es necesario intervenir en problemas y conflictos que surgen espontáneamente, debiéndose principalmente a la gran heterogeneidad de perfiles personales que integran normalmente cualquier agrupación musical. Por otro lado y aparte del demostrado poder de desarrollo personal, tanto de la inteligencia emocional como de la racional, que posee la música, podemos ayudar, siempre con la humildad como virtud por delante, a muchos de nuestros instrumentistas a resolver problemas motivacionales, de integración o, simplemente, a sentirse autorrealizados, considerado por muchos especialistas una de las máximas intrapersonales de los seres humanos contemporáneos.

12-ADMINISTRATIVO: Facturas, presupuestos, contratos, certificaciones y un sinfín de burocracias varias son las que te puedes encontrar en la obligación de asumir necesitando ayuda externa de asesores o gestores, servicios que, por otro lado, no siempre se pueden disfrutar o a los que tener acceso profesional. Conocimientos más allá de los básicos sobre ofimática, internet y demás herramientas usuales para los administrativos pueden hacerte la vida mucho más fácil en muchos momentos.

13-ANIMADOR SOCIOCULTURAL: Las funciones que asume este perfil profesional son las de investigar, proponer y realizar actividades colectivas y alternativas a la labor específica de la dirección musical. Motivar, dinamizar y poner sobre la mesa los valores de la colectividad a través de actividades, musicales o no, que refuercen los lazos comunitarios entre los miembros de un grupo. Generar y favorecer el bienestar social en las comunidades artísticas de aprendizaje es algo imprescindible para el bienestar social y comunitario que caracteriza a estos colectivos.

14-TÉCNICO AUDIOVISUAL: Poseer material audiovisual de calidad de nuestra agrupación es algo imprescindible para poder estudiar las actuaciones pasadas y difundir nuestros productos. Saber manejar la tecnología necesaria, tanto software como hardware, para la grabación y edición de nuestro material es una tarea esencial para una agrupación y no siempre se dispone de ayuda externa y, ni mucho menos, profesional.

15-DIRECTOR MUSICAL: ¡¡Ah, sí!! Se me olvidaba, (tono irónico) una de las funciones también es dirigir las agrupaciones que estén a su cargo. Planificar y realizar ensayos de todo tipo y, por supuesto, llevar a cabo las actuaciones musicales con todo el bagaje de conocimientos, técnicas y habilidades que hay detrás de “mover el palito”.

Mi intención no ha sido, en ningún momento, llevar a un segundo plano la función explícita que un director musical tiene que asumir, es decir, dirigir, sino hacer más visible todo aquello que está, tendría que estar o puede estar (eso sería otro debate distinto al propuesto) dentro de las competencias y funciones exigidas al director de alguna de las agrupaciones o instituciones nombradas al comienzo del artículo.

Personalmente y siendo imposible ser competente y profesional en cada una de ellas, aconsejo valorarlas, intentar diversificarse y ofrecer más de uno mismo  en la medida que podamos acorde a nuestras preferencias, habilidades y oportunidades. El sector puede exigir más de lo que somos conscientes o estamos dispuestos a dar y nosotros somos los principales responsables de no saber identificar esas necesidades y de no dar respuesta a las mismas.

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Eduardo Sánchez-Escribano García de la Rosa

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